51. La amenaza de su lobo
CRYSTAL
Habían pasado horas desde que había dejado la mansión atrás; sabía que debían estar buscándome, y entre ellos, Ezra.
Thea, ya cansada de correr, se había detenido al borde del río, mirando los pequeños peces nadar dentro de él y algunos ciervos del otro lado tomar agua.
Su pelaje blanco, en algún punto, se había manchado de rojo; las heridas de aquel cuchillo no se irían del todo, pero aquí estábamos, intentando gastarle una broma a Ezra sin pensar en nuestra propia salud.
Aún pensaba a dónde ir sin que nadie quisiera lastimarnos.
«Oye, Crystal, ¿te has preguntado qué habrá pasado con nuestra antigua manada?»
«No, para mí ellos murieron el día que me arrebataron mi más hermoso regalo. No tiene sentido dedicarles ni un pensamiento cuando nunca fuimos tratadas bien allí.»
Y esa era la verdad, apenas nos daban las sobras, nuestra ropa era la más vieja y usada. Podíamos salir, pero preferiríamos no hacerlo, ya que siempre recibíamos humillaciones. A pesar de ser la Luna, nadie me