50. Jugando con el depredador
CRYSTAL
Alcé la mirada hacia aquellos que se habían convertido en más que mis compañeros para verlos luchar contra los suyos.
Me estaban protegiendo, aunque ya era tarde. Algunos lograron zafarse de ellos; venían hacia mí, listos, con sus uñas fuera y sus ojos brillando con odio.
Me levanté, volviendo a caer sobre mi propia sangre. No tenía fuerzas para hacer esto; la plata estaba totalmente en mi sistema. Thea se retorcía de agonía en mi mente, luchando contra ella.
Si venían a matarme, al menos los vería a los ojos para poder atormentarlos de aquí en adelante.
Uno de ellos se adelantó, corriendo hacia mí, y, faltando solo centímetros para cortar mi garganta, un enorme lobo apareció, arrancándole la cabeza de un solo zarpazo.
Soltó un aullido poderoso, haciendo temblar la tierra bajo nuestros pies. Todos se quedaron quietos, observándolo, pero ya no era solo él; de entre los árboles fueron saliendo más y más.
Todos dispuestos a luchar, aunque no estuvieran en su territorio.
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