36. Cediendo ante él
CRYSTAL
Corrí hacia el otro tratando de escapar, aunque parece que él ya se cansó de esto. Me atrapó en un segundo, levantándome e intentando mantenerme quieta antes de acostarme sobre una superficie plana y fría.
Se paró frente a mí, sus manos buscando las mías, que no dejaban de golpearlo y forcejear para evitar que me tocara.
—Suéltame… no te atrevas a tocarme o te juro que lo vas a lamentar…
—Mira nada más, saliste luchadora.
Sujeta mis manos sobre la cabeza con una mano, metiéndose entre mis piernas a pesar de mis protestas.
—Eres bastante rebelde, Crystal, eso me gusta, una fierecilla a la cual poder domar.
—¡En tus putos sueños, no puedes obligarme a estar contigo!
Su risa baja volvió a estremecerme porque no me gustaba cómo sonaba. Se apartó, rozando con sus dedos la piel que de inmediato brilló en medio de la oscuridad.
Su rostro se iluminó y todo su torso desnudo también. Pude notar algunas cicatrices; eso no era nada normal para un lobo.
Él, concentrado en mis sím