37. Una extraña sensación
CRYSTAL
«¡MÍA!»
Esa no era la voz de Ezra, era la de su lobo; sus ojos rojos aparecieron en mi mente, danzando en medio de aquella bruma oscura que intentaba llegar a mi pequeña loba.
La sensación de frío, de un momento a otro, me hizo abrir los ojos para ver que Ezra se había alejado.
Fruncí ligeramente el ceño ante el sentimiento de abandono, ese mismo que sentía cada vez que Kaden me usaba y se iba después de quedar satisfecho, dejándome sola y llena de dolor, acurrucada hasta que pasara.
Sonreí con ironía, levantándome de la mesa y tomando la bata destrozada para tratar de tapar mi cuerpo.
Recogí las prendas del suelo, abrazándolas a mí; no sabía si había terminado, así que solo me senté, sintiendo mi intimidad algo sensible.
Esto es lo que ahora era: algo para ser usado y luego desechado en algún punto. Dolía y siempre dolerá.
—Crystal.
Parpadeé un par de veces tratando de desaparecer las lágrimas que ya comenzaban a acumularse antes de levantar la mirada.
—¿Piensas que