La voz llegó antes que la persona.—¡Val!
Valeria vio a Iliana acercarse envuelta en una toalla, al parecer acababa de disfrutar de un baño termal.—¿Qué haces aquí? ¿Te animas a sumergirte un rato?
—Nah, esta fuente es demasiado pequeña para mi gusto. —Iliana miró con desdén el manantial en el que estaban, y añadió—. Val, sube ya. Te llevo a otra fuente mucho más grande.
—Ve tú, yo me quedo aquí. —Valeria miró hacia el hombre en la fuente con una expresión de resignación—. Adrián aún no regresa, y si me voy, él se queda solo.
—¡Pero si Adrián ya volvió! —exclamó Iliana sorprendida—. Vivo en el mismo piso que él, lo vi al salir y hasta lo saludé.
Al oír esto, Valeria dejó la fuente para ir al quiosco a llamar a Adrián. Iliana se envolvió en una toalla mientras esperaba.
Desde la distancia, Mauricio observaba a Valeria con un tono melancólico.—Mi preciosa, ¿no podrías quedarte aquí conmigo?
—Señor Soler, usted es un hombre grande. Sólo está ciego, no incapacitado, —murmuró Iliana—. Además