Mauricio asintió en dirección a Iker y dijo con una leve sonrisa.—Me dijo mi secretaria que la reunión de intercambio la organizaste tú, señor Escobar. Vine a echar un vistazo.
Iker todavía estaba en shock.
Y Valeria, sabiendo que el hombre llevaba gafas de sol, supuso que no quería que nadie supiera que estaba ciego.
Valeria se levantó y caminó hacia él.
—¿Cuándo despertaste? ¿Por qué no me lo dijiste? —preguntaba mientras tomaba de la mano a Mauricio, dirigiéndose a su propio asiento.
El ejecutivo sentado al lado derecho de Valeria recobró un poco de sentido y se movió a un asiento cercano.
Mauricio caminó con paso firme, levantó la mano para tocar el respaldo de la silla, y una vez que Valeria soltó su mano, él tiró de la silla y se sentó con elegancia.
Debido a la llegada inesperada de Mauricio, el salón privado quedó en silencio por un buen rato.
Fue Antonio quien primero miró a Valeria y soltó una risa fría.—Hace un rato pregunté sobre el señor Soler y tú, señora Ramírez, dijiste