Valeria pensaba para sí: «¿Tan incapaz de cuidarse solo y aún así tan orgulloso de sufrir?»
Pero rápidamente recordó cómo antes era él quien mandaba y todos dependían de su voluntad, disfrutando de un sinfín de atenciones, y ahora, era él quien dependía de los demás. La diferencia era abismal.
Iliana, tumbada en la cama del hospital, escuchaba su conversación con los ojos muy abiertos y sorprendida, exclamó:—¿Val, tu esposo en estado vegetativo... se despertó?
—Esta mañana, —respondió David con una sonrisa—. ¿No te alegras por tu jefa?
—¿No se suponía que no iba a despertar? —Iliana frunció el ceño, visiblemente molesta—. ¡Si despierta, va a competir conmigo por Val, qué mala suerte!
David casi se muere de risa y dijo en broma:—No solo despertó, sino que también está en la habitación contigua a la tuya, ¿te sorprende?
—No puede ser, ¡quiero cambiar de habitación! —exclamó Iliana inmediatamente.
—Las habitaciones están escasas ahora, la tuya la conseguí sacrificando mi encanto con el di