Los fuertes retumbos eran cada vez más débiles ante los golpes del alfa. Roland y Ram lo sabían: Rax se estaba debilitando. Al no cambiar a su forma de lobo, sus energías se consumían rápidamente, pero eso no disminuía la naturaleza ágil y despiadada de su amigo.
Rax soltó un fuerte gruñido amenazador. Había sido fácil someter a los demás betas de su camino, pero le molestaba que Ram soportara sus golpes y esquivara muchos de sus ataques. Hizo que el alfa volviera a gruñir con tal ferocidad, que su cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente por la ira.
Rax avanzó desatando una ráfaga de ataques con sus garras. Ram, ágil como siempre, los esquivó con facilidad y le propinó un golpe brutal en el pecho, obligando a su alfa a retroceder hasta caer. Sin perder tiempo, Ram corrió hacia él, decidido a no darle oportunidad de reaccionar. Sin embargo, Rax, aún agachado, esperaba el momento adecuado. En un rápido movimiento, atacó las piernas de su beta, logrando sujetarlo. Con un giro violento