— ¿¡Qué fue eso!? — preguntó Elena, preocupada, al escuchar un árbol caer.
Habían pasado varios minutos desde que Rax corrió detrás de Cristal.
— ¿Crees que le hará daño? — preguntó Lynn.
— No lo creo, es su compañera — respondió Tou. Todos esperaban pacientemente cerca de los vehículos a que Rax volviera con su luna fugitiva.
— Tenía los ojos rojos; eso no es bueno. Nunca lo había visto así — dijo Elena, con una profunda preocupación en su rostro. Minutos después, se escuchó un fuerte grito. — Iré por ella —.
— Es su luna; ellos deben resolver sus problemas — la detuvo Hiro, sujetando su brazo.
— ¡Pero Cristal apenas lo está asimilando! ¿Acaso no la viste? ¡Estaba aterrada! Rax debe comprenderlo —.
— Es decisión de ella creerles a las buenas o, en este caso, a las malas — mencionó Hiro.
— Él no piensa rechazarla. Debemos hacer que lo acepte. Ya se apareó con ella; su lobo no resistirá mucho tiempo alejado de su pareja — informó Tou.
— ¡Ha sido una semana agotadora! — espetó Roland, ll