"No importa que tal bien te ocultes, tarde o temprano abra algo que te exponga al ojo de todos"
Fumiko Ibars
La práctica de la tele-transportación me estaba pasando factura. Había estado realizando saltos de un lugar a otro, a distancias cada vez más largas, cambiando mi apariencia en el proceso. Pero, en algún punto, la sensación de mareo y náuseas se convirtió en algo insoportable. Ya no sabía en qué lugar me encontraba, ni cómo había llegado allí. Decidí detenerme, permitiéndome un breve respiro para recomponerme antes de continuar.
Estaba agotada y desorientada, con el pulso acelerado y el corazón aún en un estado de alerta. A pesar de los efectos secundarios de mis saltos, no podía detenerme. Además de practicar la tele-transportación, mantenía un hechizo de invisibilidad, por si aparecía en un lugar público. Era crucial no ser vista, no por ahora. Los hermanos Hades y Lucifer, los señores del inframundo, ya sabían de mi existencia y, sin duda, intentarían debilitarme para oblig