Verónica estaba en el hospital King, con el turno nocturno debido a su ausencia en el turno matutino. Se llevó los dedos a sus labios, recordando la escena que había protagonizada ese día.
Jamás pensó que ella estaría con Alexander. Jamás pensó que aquello pasaría en algún momento. Su cabeza se mantenía buscando respuesta, no quería ilusionarse. Aunque tambien se sentía avergonzada con su comportamiento anterior. Una llamada la sacó de su trance, de nuevo eran los estafadores; — ¿Hola? — Luce muy bien hoy, doctora Cox —saludó el mismo hombre con el que ha hablado— Nunca la habíamos topado en el turno de la noche. Es un buen turno. Sus palabras la congelaron. Definitivamente la estaban vigilando. — Te voy a pagar, solo necesito más tiempo —pidió Verónica levantándose de su escritorio— ¿Puedo adelantarte algo? Para que veas que estoy hablando con seriedad. — ¿Algo? —el hombre ríe como si Verónica hubiese dicho un chiste— ¿Crees que recibimos caridad? ¡No me jodas, Verónica Cox! Verónica sintió un escalofrío. Tenía miedo. — Necesito el puto dinero. Te hemos investigado, eres amiga de Sonia Halls, esa gente caga dinero. ¡Pide prestado o la m****a que te ocurra! —suspira y baja el tono de voz— Tienes tres dias para darme la mitad, mínimo. La llamada se colgó después de esa última frase. Al mismo tiempo, Alexander había encontrado una especie de carta en su auto, la cual, con ayuda de Jorge, abrió; "El responsable de la muerte de tu madre está demasiado cerca de ti" — ¿Solo eso? —preguntó Alexander— ¿A caso soy un hombre con el que se pueda jugar? Creo que me he vuelto el bufón de las personas. — Supongo que alguien quiere mantenerte ocupado, no sabe que no tienes tiempo para perder el tiempo —dice Jorge aún leyendo lo que hay en esa hoja— ¿Hay algo más que pueda hacer? Debo dormir, Alexander. — ¿Tienes noticias de Verónica? — Ha visitado a los dos abogados, Camp y Martínez. El abogado Martínez es el especialista en divorcios y el abogado Camp es especialista es fraudes, al parecer. Además de eso, ha estado en contacto con Levi King y otro hombre. — ¿Otro hombre? —Alexander se suelta la corbata tratando de aligerar la carga— ¿Qué otro hombre? — Aún no lo sabemos, pero el investigador lo ha visto ya varias veces alrededor de Verónica. Aún no sabemos donde se reúnen, de que hablan, o que sea —Jorge juega con la hoja que tiene en sus manos— Pero siendo tú, el esposo celoso de closet, creo que pronto lo averiguaremos. — No te pago para que hagas chistes mediocres, Jorge. — No, claro que no. Eso te los regalo como el buen amigo que soy, Alex. La amistad de Jorge y Alexander lleva años. Alexander confía tanto en Jorge que lo usa de asistente, mano derecha y todo lo que pueda hacer con esa pequeña cabeza. Aunque Jorge es un gran tipo bromista, algo que Alexander odia, lo tolera. Siempre lo tolera, es su mejor trabajador. — ¿De Ana Bell y su proyecto? Jorge, que mantenía una sonrisa amistosa, la borra de inmediato.— Definitivamente hay algo raro con su "empresa". Evaciones fiscales, digamos que es el menor de sus males. He encontrado fraude, además si existe una relación con la quiebra del la empresa del padre de Verónica. Es algo largo, debo buscar pruebas qué lo refuten. ¿Quieres acabar con Ana? — Solo no quiero que jueguen con Verónica. Si alguien le hace daño, está fuera de platica y vamos directo a la acción. — Entendido. Alexander no había dejado de pensar en el momento que compartió con Verónica por la mañana. Así que mientras Jorge investigaba a Ana, al ser tan altas horas de la noche, decidió hacer un nuevo contrato. Debía pensar muy bien en lo escribía, para que Verónica lo aprobara. — Alex —habló Jorge frunciendo el ceño— Hay algo raro con Ana. — ¿Qué sucede? —preguntó sin interés. — Tuvo ventas masivas antes de irse de la ciudad, a grandes hospitales, incluyendo al hospital King —habla Jorge aún con el ceño fruncido— Pero esta misma lista incluye la empresa Cox, de las últimas inversiones que tuvo el señor Cox en el mercado. Alexander se dió cuenta que definitivamente había algo mal. La forma en que se relaciona la empresa de Ana Bell con la caída de muchas franquicias de la ciudad. — Sigue investigando, Jorge. — Claro que si. Además acabo de recibir un mensaje del vigilante, acaban de dejar otra nota en recepción —Jorge levanta la vista, preocupado por su amigo— ¿Qué crees que quieran conseguir? ¿Deberíamos llamar a la policía? esto es acoso. — Mi atención, eso quieren conseguir, Jorge. No le des importancia, mi atención es demasiado cara para gente común. Realmente a Alexander no le importa nada, antes de Verónica, inclusive antes de Ana, la atención de Alexander siempre estuvo en el dinero. Una frase que marcó su infancia, fue cuando su madre jugaba con él; ■INICIO DE FLASHBACK■ Alexander mecía la pelota rota. Aún no podía entender porque la pelota se había roto a la primera botada. Tenía ganas de llorar, había sido un regalo de su abuelo, no podía haber sido tan descuidado con un regalo. — Definitivamente está rota —dijo su madre con una sonrisa llena de amor— ¿Estás triste por ello? — Si —se limitó a responder el pequeño. — Si no quieres que el abuelo se de cuenta, tendrás que hacer dinero para comprar otra igual. Esa pelota es de colección, será difícil de conseguir —explicó su madre com suavidad. — Mamá no todo en el mundo se arregla con dinero, por favor deja de pensar así. — Te equivocas, Alex. ¿Quién te dijo eso? Alexander se quedó en silencio. No diría quién le dijo eso, sabía que su madre se enojaría si se enterará qué su amigo era hijo del vigilante; Jorge. – Bueno, está bien tener secretos mientras no lastimes a los demás. Pero debes saber que quién dice que el dinero no puedo arreglar todo, seguramente no tiene el suficiente dinero para arreglarlo. ■FIN DEL FLASHBACK Jorge decidió dejar la casa de Alexander. Notó que el auto de Verónica no de encontraba, así que entendió el porqué Alexander no quiere descansar. Pisó sin querer una hoja de papel, no era una carta como en las otras dos ocasiones, así que no le dió la menor importancia; "Entrega el maldito dinero" Leyó la nota incrédulo. Alexander Dixon jamás le debería dinero a nadie, así que pensó que sería una broma. Arrugó la hoja y la arrojó a su auto, pensó en irse a dormir. Nunca pensó que la nota no era para su jefe, si no para su esposa. Cuando el auto de Jorge salió de casa, dos hombres lo observaron desde la oscuridad, pensando que Jorge era el esposo de Verónica Cox.