112. BESO.
La risa de Levi aligera de inmediato la tensión, y Dominico se enfada mucho con la burla de Sonia.
—No es gracioso, Sonia. —Dominico se queja con el rostro irritado.
—¡Ay, Dominico, por favor! Alexander es inofensivo como un conejo, solo está enamorado como un idiota —Sonia le quita importancia a la situación con una carcajada.
Ella se acerca a Alexander y le limpia con un pañuelo de papel suave la sangre que corre por su labio partido y herido.
—Vuelve a casa, Alexander. Mañana la buscas con un ramo de flores enormes y una caja de chocolates gigantes —le aconseja ella con un tono maternal.
—Y tú, Dominico, vete a tu casa, eres el menos indicado para hablar de peligros, cuando tu personificas esa palabra—ella lo empuja suavemente.
Dominico gruñe, pero se da cuenta de que la pelea ha terminado por completo gracias a la intervención oportuna de Sonia.
Él mira a Alexander con una promesa muda de venganza en sus ojos, pero se retira finalmente sin decir otra sola palabra.
Levi l