Romper el vínculo o morir.
En la manada, bastó con que Ana cruzara el umbral de la puerta para que Mario, el padre de Derek, fuera de sí. La sujetó del brazo con tanta fuerza que sus dedos se le marcaron en la piel.
Estaba furioso. No furioso… irracional. Las venas del cuello le latían como si fueran a estallar, y su rostro endurecido parecía tallado en piedra.
—¡Mujer estúpida! —rugió, sacudiéndola—. ¿Por qué te metiste en mis planes? ¿Por qué siempre te empeñas en llevarme la contraria? ¡Soy tu compañero y me traicionas sin pestañear!
Ana soltó una carcajada tan seca que hasta las paredes se ofendieron.
—¿Sabes? Me ahorraste la molestia de ir a buscarte —dijo con ironía—. Sí, soy tu compañera… lamentablemente. Y odio serlo. Nunca imaginé que fueras tan vil. ¡Secuestraste a la madre de tu nuera solo para obligarla a alejarse de nuestro hijo!
Mario la tomó de los hombros y la zarandeó con rabia.
—¡Eres tonta! Esa humana solo está provocando que nuestro hijo pierda el poco tiempo que le queda de vida. ¡Lo hice p