Capítulo 11 —El peso que nadie ve
Narrador:
Lucía se encerró en su habitación apenas pudo. No encendió la luz. No se cambió. Solo se dejó caer en la cama y sintió ese temblor bajo la piel que no la dejaba respirar.
No podía seguir así. No podía seguir un segundo más dentro de esa casa sin sentir que iba a romperse.
Tomó el celular con manos torpes y buscó el nombre de su madre. La voz al otro lado sonó cálida, sorprendida:
—Lucía, ¿todo bien?
Lucía cerró los ojos.
—Mamá… necesito volver a casa unos días.
Hubo un silencio breve. De esos que se llenan de alerta.
—¿Pasó algo?
Lucía apretó la mandíbula. Quería decir que sí, que había pasado todo, que estaba metida en un lío del que no sabía cómo salir. Pero solo murmuró:
—No… no pasó nada. Solo… estoy cansada.
La madre suspiró con una mezcla de preocupación y fastidio.
—Lucía, no puedes regresar ahora. Tú misma sabes que sería un desastre. Y, sobre todo… fue lo que más pidió tu futura suegra.
Lucía se incorporó, molesta, agotada, con un nu