30. ¿Recuerdas a Gabriel?
Vicente me mira, su expresión triunfante.
—Es todo lo que necesitas saber para entender que nunca te vas a liberar de mí, Valeria. Porque siempre he estado un paso adelante. Y siempre lo estaré.
Me quedo de pie, mirando las fotos y los documentos, sintiendo cómo el suelo se desmorona bajo mis pies. Esto no es solo control. Esto es dominio total. Y me doy cuenta de que Vicente no solo ha jugado conmigo, sino que ha construido una red tan intrincada que escapar de él no va a ser tan fácil como pensé.
Pero aun así, no me doy por vencida.
Cierro la carpeta lentamente y lo miro a los ojos.
—Esto no cambia nada —digo, aunque mi voz suena más frágil de lo que quisiera.
Vicente da un paso hacia mí, su rostro a centímetros del mío.
—Cambia todo —murmura, con una sonrisa oscura—. Y lo sabes.
Nos quedamos así, cara a cara, en una batalla silenciosa. Y aunque sé que esto está lejos de terminar, hay una parte de mí que no está dispuesta a rendirse. Porque, aunque Vicente cree que tiene el control,