Han pasado tres meses desde la boda de Angie y Dafe.
Ambos viven en un apartamento y nunca han visitado la residencia de Simon. Lo mismo ocurre con Edward, Angie decidió alejarse de su propio padre.
Esta vez, la mujer quiere vivir su matrimonio sin la misión de apoderarse de riquezas y poder. Por eso Angie decidió no volver a ver a Edward.
Mientras está absorta en sus pensamientos, mirando el cielo nocturno adornado con las luces parpadeantes de la ciudad, Dafe se acerca a ella con dos tazas de chocolate caliente.
"Sabes", dice Angie mientras sorbe el chocolate caliente, "esta es la primera vez que me siento verdaderamente libre. No hay sombra de mi padre, no hay presiones que a menudo me hacen querer acabar con mi vida".
Dafe sonríe y besa su sien. "Porque ahora usas el nombre que tú misma elegiste. No el que te legaron para oprimirte".
Angie ríe suavemente. "Cierto. ¿Y tú?"
"¿Yo? Me siento como un ganador de la lotería cada mañana cuando me despierto a tu lado. Aunque nunca tuve la