"¿Laura, cariño?", gritó Dalton mientras se quitaba la chaqueta.
El hombre acababa de regresar después de concluir dos reuniones importantes ese día.
Pero el ático se sentía inquietantemente silencioso.
"Cariño, ¿qué estás haciendo?"
No hubo respuesta. Revisó el dormitorio, la cocina, incluso el balcón, pero todos estaban vacíos. Dalton sacó su teléfono e intentó llamar a Laura.
Sonó el tono de marcado... pero no hubo respuesta.
Lo intentó de nuevo. Y de nuevo. Hasta que finalmente, la línea pasó al correo de voz.
"Lo siento, señor. La señora Laura aún no ha regresado", dijo uno de los empleados de la casa.
El ceño de Dalton se frunció. Una sensación de inquietud se apoderó de él.
Sin perder tiempo, abrió su aplicación bancaria y revisó las transacciones realizadas con la tarjeta negra que le había dado a Laura esa mañana. Aparecieron algunas compras: una boutique de relojes, una tienda de moda de maternidad, una tienda de ropa para hombres.
"Fue de compras... pero ¿por qué aún no ha