Diego miró a Sofía y con desprecio le dijo:

—¡Eres terca como una mula! Ya quiero ver que harás sin los Martínez!, porque ahora mismo rompo nuestro compromiso ¡Ya no eres mi prometida!”

El rostro del abuelo Gabriel se puso lívido de ira, y con mano temblorosa señaló a Diego: —Tú, tú, ciego de ojos y corazón...

El anciano no pudo terminar la frase, porque cayó desmayado.

Enseguida los médicos corrieron a atenderlo.

Sofía, angustiada, intentó ponerse de pie, pero las heridas se abrieron y cayó al suelo.

—Abuelo, abuelo...

Desesperada y con lágrimas en los ojos, estiró la mano y jaló el pantalón de Diego—: Por favor, déjame verlo…

Sangre y Lágrimas se mezclaron en el piso, pero Diego no se compadeció. Se zafó de ella con repugnancia:

—¿A qué viene tu actuación? Si no fuera por tus intrigas el abuelo no hubiera colapsado de enojo. ¡Eres despreciable!

Se dio la vuelta y siguió al médico fuera de la habitación, dando instrucciones específicas a los guardaespaldas de vigilar a Sofía para que no los siguiera.

Los padres de Diego, que estaban fuera de la ciudad, al enterarse de la noticia, acudieron inmediatamente al hospital.

—¡Hijo ingrato! Nos ausentamos un rato y ocurre esto! Si le pasa algo a tu abuelo, ¡te mataré!

Fernando, el padre, reprendió duramente a Diego y casi lo golpea, pero la madre lo detuvo.

Al ver la situación, Luciana fue la primera en hablar: —Es que Sofía estaba haciendo otro de sus berrinches. Diego solo la reprendió un poco, pero ella fue a quejarse con el abuelo, y por eso él...

Ana enseguida resopló:

—¡Uff!! ¡Está huérfana se atreve a causar problemas en mi casa! ¡Es el colmo!... ¿Se cree una princesa? ¡Ja! Emparentarse con nuestra familia, ¡ilusa! ¿Qué cuervo se convierte en fénix?

Diego no pudo evitar fruncir el ceño al oír esto: —Mamá, no hables así. Después de todo, los padres de Sofía perdieron la vida para salvar la tuya y la de papá...

—¡Basta! —Fernando lo interrumpió—. ¿Por un solo acto de bondad tenemos que aguantarla toda la vida? Y con ese carácter arrogante. Si te casas con ella, ¿qué será de nuestra familia? Mejor cancela ese compromiso ya mismo y echa a esa problemática!

La primera reacción de Diego fue negarse.

Solo quería asustar a Sofía para que fuera obediente, pero nunca pensó abandonarla realmente.

Sofía estaba gravemente herida y sola; si él la dejaba, ¿en quién podría apoyarse?

Pero Luciana lo detuvo y dijo en voz baja: —Si insistes ahora, solo lograrás que tus padres se enfaden más con Sofía. Mejor espera, aún hay tiempo...

Y Después, sugirió: —¿Y si enviamos a Sofía al extranjero? Su arrogancia seguramente se debe a que está demasiado apegada a Diego. Sería bueno que saliera del país para calmarse hasta que el abuelo se recupere.

Ana estuvo de acuerdo con esta propuesta y regresó de inmediato para preparar todo lo necesario. Estaban ansiosos por enviar a Sofía lo más lejos posible.

Diego tomó agradecido la mano de Luciana: —Menos mal que te tenemos a ti, a pesar del daño que te causó Sofía, tú sigues apoyándola sin guardarle rencor...

Luciana sonrió con dulzura: —No podría. Sofía simplemente está confundida.

Sofía permaneció varios días confinada en su habitación del hospital, sin nadie con quien hablar. Se entretuvo con su teléfono.

En su galería guardaba numerosas fotos con Diego:

Al principio ellos dos compartían cada momento: Una taza de café, caminar horas tomados de la mano, los centros comerciales, el cine. Era la prueba de su amor, pero todo se torció desde que, en los planes se incluía una tercera persona: Luciana.

Sofía abrió las redes sociales, encontrándose con cientos de publicaciones suyas relacionadas con Diego: fotos documentando su vida juntos y pequeños textos escritos en ocasiones especiales.

Releyó los comentarios burlones de los usuarios por su forma tan apegada a su relación, como si Diego fuera lo único que importara en su vida.

Mientras revisaba, sacudía la cabeza con una sonrisa amarga.

A estas alturas, ya no tenía sentido conservar estos escritos y fotos, así que “¡fuas!” ¡eliminado todo!