Diego había estado tan obsesionado con Sofía que llevaba muchos días sin aparecer por el grupo Martínez.
Al enterarse, Fernando se enfureció enormemente y ordenó de inmediato que trajeran de vuelta a su inútil hijo.
Cuando Diego fue llevado a la mansión de los Martínez, se encontró con sus padres sentados en silencio en la sala de estar.
Al verlo, Fernando le gritó con severidad:
—¡Ven aquí!
¡Zas!
Diego se acercó con rostro impasible, recibiendo una sonora bofetada.
Su cabeza giró por el impacto y escupió un poco de sangre.
Ana, al presenciar esto, corrió inmediatamente hacia su hijo.
—Si quieres hablar, habla, ¿por qué tienes que golpearlo?
Mientras miraba con reproche a su marido, examinaba a Diego de arriba abajo.
Solo entonces se dio cuenta de su estado y se alarmó.
—Déjame ver... ¿Qué te ha pasado? —preguntó sorprendida en voz alta—. Diego, ¿cómo te has hecho esto? ¿Quién te ha golpeado la cara?
Ana jamás había visto a su hijo en semejante estado, y exclamó indignada:
—¡A plena lu