-Cuando dijiste ‘‘apartamento’’ me imaginé algo más decente. ¿Vives solo y no puedes limpiar un poco? –Interrogué al llegar a la vivienda de mi pareja ficticia, varios zapatos tirados en la sala, el suelo sucio y la cocina desordenada es lo que me recibió.
-No creas que soy un hombre descuidado, solo que por mi incapacidad me cuesta tener todo en orden, -respondió Jorge apartando unas bolsas del mueble para sentarse.
-¿Y que te pasó en el brazo? –Pregunté mirando que aún seguía enyesado.
-Una fractura, ¿no es obvio?
-¡Eres tan repugnante! -Me enojé, no me daba ninguna explicación sobre nada- Un hombre misterioso, ni siquiera te conozco y tengo que vivir contigo.
-Puedes irte si quieres, el niño se queda conmigo. Cobraré solo la herencia.
Aumentó mi molestia por su soberbia.
-Tengo que soportarte, no me queda de otra, al menos háblame de ti, ¿trabajas? ¿A qué te dedicas?
-Soy un hombre de negocios y necesito invertir, por eso es que busco dinero.
-¿Qué tipo de negocios? ¿Buenos? ¿Malos