Maxime
La calma es una ilusión. Una tregua antes de la próxima tormenta.
Marc está fuera de juego, pero eso no significa que todo haya terminado. Lejos de eso. Sus aliados, sus contactos, sus deudas... todo eso no desaparece de la noche a la mañana.
Lo sé. Léa también.
Ella está allí, sentada en el borde de la cama, con una taza de café entre las manos, mirando un punto invisible frente a ella.
— No dejas de pensar, murmuro.
Ella se sobresalta levemente, como si no me hubiera escuchado llegar.
— Difícil hacer otra cosa.
Deja la taza sobre la mesita de noche y se gira hacia mí.
— ¿Crees que realmente ha terminado?
No le miento.
— No. Pero hemos tomado una gran delantera.
Ella suelta una pequeña risa sin alegría.
— ¿Y ahora qué? ¿Esperamos a que otro Marc llame a la puerta?
Me paso una mano por el cabello.
— No. Esta vez, anticipamos.
Léa levanta una ceja.
— ¿Y cómo piensas hacer eso?
Sonrío, pero no hay nada ligero en mi expresión.
— Vamos a buscar a los que quedan antes de que ellos v