Iván y yo, nos presentamos sin invitación en el palacio de Icazar, teníamos el pretexto de que mis pertenencias estaban allí, pero nuestra intención era seguir las instrucciones de Maximiliano, no podíamos dejar pasar más tiempo el veneno de la bruja comenzaría a hacer estragos en el cuerpo de Isabel en cualquier momento, y cada minuto contaba para intentar salvarle la vida, y con ello, la vida de Max.
Doña Leonor, nos recibió muy entusiasmada, ya nos consideraba de la familia, así que insistió, en que podíamos ir a su casa en el momento que lo deseáramos. nos invitó a comer, por supuesto, ya que ella estaba a punto de sentarse a la mesa, y agradeció que no tendría que comer sola, ya que Don Fernando, no vendría a comer por cuestiones de negocios.
— ¿La señorita Isabel no nos acompaña? — preguntó Iván, al ver que comenzaron a servir la comida y ella no bajaba.
— ¡Oh, no! Ella no se siente bien, hicimos varias diligencias por la mañana, y ha regresado muy cansada, y además la emoción