Ysabelle lo miró preocupada, tomó su celular y llamó a Alessia para avisarle que viniera urgente a su casa. Alessia no lo pensó dos veces; al llegar, encontró a Christopher acostado en la cama muy pálido, lo revisó y le colocó una inyección intravenosa, le tomó la presión.
—Parece que una comida le cayó muy mal —comentó Alessia.
—No comí nada —comentó Christopher extrañado—. Sería —dijo recordando que se había comido una hamburguesa—. Fue la hamburguesa.
—Si sigue yendo al daño y el vómito, no lo pienses ni dos veces, llévalo al hospital —le aconsejó Alessia.
—Claro que sí —dijo Ysabelle preocupándose.
—Los dejó; prepárale comidas blandas.
—Claro que sí.
—Gracias, Alessia —dijo Christopher.
—De nada —dijo ella saliendo de la habitación.
—Déjame acompañarte —se ofreció Ysabelle.
Alessia gritó, bajando las escaleras.
—Conozco el camino.
Ysabelle acariciándole el rostro.
—¿Y cómo te sientes?
—Un poquito mejor —le respondió bostezando—. Tengo mucho sueño.
—Duerme —dijo ella dándole un bes