Capítulo # 4

En el restaurante Rossi.

—Arnaldo, si sigues así, perderás a Lucia —dijo Stefania regañándolo.

—Chicas, no se metan —pidió Arnaldo con seriedad.

—Eres un tonto, Lucia está enamorada de ti y tú de ella, que esperas que otro te la quite —dijo Roberta, molestándose por su actitud del rubio.

—Claro que no.

—Sinceramente, eres un cobarde —dijo Stefania desesperándose. 

—Yo quiero hacer mis cosas a mi manera, no a la de ustedes —dijo él levantándose la silla.

—Oye, Arnaldo, eres un tonto —insistió Stefania.

—Es la verdad —dijo Roberta cruzando los brazos. 

Uma se acercó a ellas.

—Le he dicho que va a perder a Lucia.

—Déjeme en paz —dijo Arnaldo, furioso. Estaba cansado de escuchar lo mismo.

—Stefania, vámonos —comentó Roberta levantándose de la silla. 

—Sí, no vale la pena hablar con un tonto —insistió Stefania, molesta.

Arnaldo se fue para la cocina.

—No sé qué le pasa a mi hermano —comentó Uma sentándose en la silla.

—La verdad, no lo sé —dijo Roberta enfurecida. 

—Yo tampoco y Dante nada que me dice nada —dijo Stefania cruzando los brazos.

—No sé qué estará pensando Arnaldo, pero Lucia como que sé está cansando de esto ya —dijo Uma preocupada.

—Ya Lucia tiene dos años enamorada de Arnaldo —dijo Roberta recordándoselo. 

—Es hora de que Lucia tenga un novio —comentó Stefania mirándolas. 

—Es verdad —insistió Roberta apoyándola. 

—Tenemos que esperar la reacción de mi hermano —ella frustrada.

—Ojalá que no reaccione demasiado tarde —expresó Roberta.

Stefania estaba preocupada por su amiga y quería lo mejor para ella. Si Arnaldo no hacía nada, buscarían a otro candidato que la amara.

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En la casa Greco.

—¿Ya entendiste todo, Christopher? —preguntó Ysabelle.

—Sí.

—Mi padre viene a las ocho —le informó ella.

—Ya son las seis, me voy a mi casa.

—Oye.

—Sí, dime.

—No puedes comer nada, voy a preparar la cena —le comunicó ella mirándolo.

—Está bien, traeré un digestivo —contestó con tranquilidad.

Ysabelle estaba seria.

—No lo necesitarás.

—Yo creo que sí —dijo Christopher con seguridad. No estaba seguro de que ella cocinara bien.

—Está bien, te espero —dijo Ysabelle cruzando los brazos.

Christopher abrió la puerta.

—Hasta luego Ysabelle.

—Adiós.

Christopher salió del hogar de la rubia y no podía creer lo que estaba a punto de hacer.

—Dios, ojalá que todo salga bien —dijo esperanzada de que su padre no se diera de cuenta y que no se enojara con ella. Pero recordó algo importante—. Tengo que preparar la cena.

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Una hora después.

En la casa Moretti.

Tiziano mirando como Christopher se estaba colocando la chaqueta.

—Estás muy guapo.

—Tengo que irme formal, no todos los días conoces a un suegro de mentiras —dijo Christopher divertido. 

—Una mentira que se puede volver realidad, sí tú quieres —habló Stefano entrando a la habitación.

—Puede ser —dijo Christopher mirándolos de reojo. 

—¿Y cómo es la casa de Ysabelle? —le preguntó Tiziano por curiosidad. 

—No me digas que tiene la casa desordenada —dijo Stefano haciéndose el dramático. 

—Es muy acogedor, nada que ver con su personalidad —les contestó con una sonrisa.

—¿Y qué hiciste cuando estaban solos? —le preguntó Tiziano divertido. 

Stefano con cara de pícaro.

—¿La besaste?

—No paso nada de nada —aclaró él serio.

—Puede ser que, en ese momento no. En la noche puede pasar muchas cosas —insistió Tiziano maliciosamente. 

—Sí, eso es verdad —afirmó Stefano.

—Pueden salir de la habitación, se están poniendo pesados —dijo Christopher molesto.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —le preguntó Tiziano.

Christopher camino hacía mesa de noche.

—Dime.

—Sí, la comida es a las ocho. ¿Por qué estás vestido a esta hora? Sí apenas son las siete y diez.

—Tengo que hacer otras cosas —comentó con firmeza.

—¿Cómo cuáles? —preguntó Stefano curioso.

—No es tú problema, salgan —dijo él sacándolos de la habitación.

—Está bien —Tiziano riéndose. 

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En la casa Greco.

Ysabelle había preparado una pasta a la francesa con otros platillos riquísimos que estaba segura que le gustarían a Christopher y a su padre, miró el reloj y salió corriendo a darse un baño, y estar radiante cuando llegara su padre y su novio de mentira.

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En el hotel blue. 

Hablando por teléfono el padre de Ysabelle.

—Sí, Ysabell. Ysabelle tiene un prometido.

—Quiero conocerlo, Derek —dijo la madre de Ysabelle entusiasmada.

—Tranquila, está noche haré todo lo posible por convencer a nuestro futuro yerno que se venga a Londres lo más rápido posible.

—Sería fantástico —dijo Ysabell encantada.

—Te dejó, voy a darme un baño para conocer a Christopher.

—Me parece bien, adiós —comentó ella cortando la llamada.

Derek dejo el teléfono en la mesa de noche.

—Está noche, vamos a ver qué tal es mi yerno.

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En la casa Lombardo Rizzo.

—Amor no te metas en problemas —le pidió Dante aconsejándola.

—Amor lo sé, es que las chicas quieren que la ayude —comentó ella con suavidad.

—Amor. Acuérdate lo que pasó con Gian —le recordó. 

Stefania estaba triste.

—Lo sé.

—Stefania, no quiero ver esa carita —dijo Dante sonriéndole.

Stefania le sonrió.

—Está bien.

—Si puedes ayudar, pero nada de meterte en problemas.

—Gracias —dijo Stefania dándole un beso en los labios.

Fania se reunió con ellos.

—Tengo hambre mami.

Stefania cargándola.

—Ya está casi lista la cena.

—Princesita, ¿quieres jugar un poco con papá? —le preguntó él.

—Sí —afirmó emocionada.

—Mientras ustedes juegan, yo terminó con la cena —comentó ella mirándolos. 

—Está bien —dijo Dante quitándole a Fania a Stefania.

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Christopher había salido de su casa para ir a una pastelería y llevarle un pastel, y así los tres comerían algo dulce después de la cena.

Después de comprar el pastel, se fue a una florería que estaba cerca de la pastelería. Compró un ramo de flores amarrillas; al comprarlas se dirigió a la casa de Ysabelle.

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En la casa Greco.

Ysabelle se había dado un baño, se había terminado de vestirse, se colocó un vestido naranjado pegado al cuerpo con un hermoso escote v que no era tan atrevido. Se colocó unos accesorios de color blanco para hacerle juego con los zapatos. En la parte del cabello, se lo había rizado para tener un estilo un poco diferente a lo que usualmente utilizaba.

Rocco maulló para llamar su atención.

Ysabelle estaba sonriendo.

—Me veo hermosa, ¿verdad?

En eso escucho el timbre.

—Debe de ser mi padre o Christopher —dijo ella bajando las escaleras lentamente, porque qué tenía las sandalias de tacones finos. Abrió la puerta y sonrió—. Hola, pasa.

Christopher estaba asombrado de lo bella que era.

—Ysabelle, estás hermosa.

Ysabelle estaba apenada.

—Gracias.

—Toma —dijo él entregándole las flores.

Ysabelle estaba emocionada.

—Gracias, están hermosas.

Christopher estaba apenado.

—También traje un pastel.

—Muchas gracias, Christopher —dijo Ysabelle sonriendo.

Christopher también sonrió.

—Es un gusto.

—Si quieres, ve a buscar el pastel, mientras colocó las flores en el agua.

Christopher se fue para su auto, sacó el pastel del maletero.

—Espero que le guste…. —dijo en voz baja.

Ysabelle acercándose.

—Se ve delicioso.

—Lo compré en una pastelería que está cerca de mi casa, pero los pasteles de Lucia son los mejores.

—De eso no hay duda, ¿y qué es el pastel? —le preguntó ella.

—De chocolate con fresa.

Ysabelle estaba asombrada.

—Es el favorito de mi papá.

Christopher sin poderlo creer.

—¿De verdad?

—Sí, es en serio —dijo Ysabelle con firmeza.

—Esto es pura casualidad —dijo él asombrado.

—Eso parece, vamos para adentro.

—Sí, vamos.

Los dos entraron la casa con una sonrisa.

Ysabelle cerró la puerta.

—Mientras te quedas en la sala, voy a poner la mesa.

—Te ayudo —se ofreció él.

—De verdad —lo miró asombrada.

—Sí.

—Está bien, ven —dijo ella dirigiéndose para la cocina.

Christopher estaba siguiéndola.

—Pensé que tendrías la cocina desastrosa.

—Odio el desastre —le informó.

—Tu personalidad es muy diferente a cómo eres en realidad.

—Así es —dijo Ysabelle sacando la comida del microondas.

—Dime, ¿en qué te ayudo? —le preguntó él impaciente. 

—Puedes llevar la pasta, mientras yo busco las copas —le comunicó ella sonriendo.

—Perfecto.

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En la casa Monti.

Lucia estaba terminando de arreglarse para salir con Adriano, cuando comenzó a sonar el teléfono y contestó la llamada.

—Buenas noches, casa Monti.

—Aló Lucia —le dijo su amigo.

—Sí, dime.

—Perdóname Lucia, pero no voy a poder ir contigo —comentó avergonzado.

—¿Y eso?, ¿qué pasó? —le preguntó.

Adriano estaba apenado.

—Es que mi ex novia llegó hace unos minutos para que hablemos de nuestra relación…

—Tranquilo ve, suerte amigo —dijo Lucia con tranquilidad.

—Gracias Lucia, te quiero amiga —le dijo él contentó.

—Yo también —dijo cortando la comunicación y soltó un suspiro—. Parece que está noche veré películas románticas y comeré un pote de helado de chocolate con vainilla para mi solita.

En eso el sonó el timbre.

Lucia levantándose de la silla.

—Ya voy —dijo camino hacia la puerta y la abrió—. Hola, Arnaldo pasa.

Arnaldo entro a la casa.

—Hola, perdón por no avisar.

—No, tranquilo —dijo Lucia un tanto sorprendida por la visita de él.

Arnaldo estaba mirándola.

—¿Estás por salir? —le preguntó.

—Estaba, ya no voy a salir —le informó.

—¿Y por qué? —le preguntó curioso.

—Adriano me llamó y me dijo que se iría hablar con su ex novia para aclarar un malentendido que tienen —contó como si nada.

—Qué idiota.

Lucia estaba sonriendo.

—No pasa nada, espero que todo se arregle entre ellos, ¿y tú a qué viniste?

Arnaldo estaba un poco nervioso, no sabía cómo decirle que hacia allí. No podía decirle que estaba celoso… 

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