En la casa Lombardo Rizzo.
En la fiesta.
En la pista de baile.
—Lucía —le habló él.
—Cállate, no quiero escucharte —le aclaró molesta.
—Creo que es mejor irme —dijo el dolido.
—¿Te quedarás bailando hasta que los niños lo decidan? —le ordenó ella.
Aiden estaba agitado.
—No puedo más.
Lucía y Arnaldo estaban preocupados.
—¿Te sientes bien?
—Debe de ser que está enfermo —dijo Fania exagerando.
Arnaldo cargándolo.
—Lucía, trae un poco de agua.
—Sí —dijo Lucia saliendo de la pista. Había una jarra que Stefania había dejado para los niños; agarró un vaso, lo llenó. Se fue para la pista de nuevo—. Toma.
—Tómatelo lentamente —le dijo Arnaldo mirando al pequeño.
—Sí —dijo Aiden bebiendo poco a poco.
Arnaldo, tocándole el corazón.
—Es muy acelerado, llama a Alessia.
—Espera un poco —dijo Lucia mirando al pequeño.
Arnaldo estaba asustado.
—Tiene las mejillas rojas.
—Tranquilízate —habló Lucia dulcemente—. Es normal que esté así; bailo mucho —dijo mirando al pequeño—. ¿Has bailado antes? —le