Pensé en llamar a Alessia, también a Garret, incluso a Hill. No sabía qué hacer, en realidad. Las horas caminaban con pies de plomo, los minutos se hacían eternos, mi corazón no dejaba de retumbar en el pecho, igual a un redoble intenso que se mezclaba con los rayos y relámpagos que estallaban cada instante dentro den mi cabeza.
¿Qué podría pasar si Waldo se convertía en lobo frente a mí? Él se sentiría descubierto y seguramente me atacaría y me haría trizas como a los otros sujetos que habían encontrado muertos en basurales y terrenos baldíos. ¡¡¡Malaya!!! me sentía entre la espalda y la pared, angustiada, al borde de la locura. ¡¡¡Mi novio era un hombre lobo y yo estaba a su merced!!!
Pensé en escapar. Sería muy tonta quedarme, sin embargo estaba enamorada de Waldo, la había pasado fantástica entre sus brazos, tuvimos una velada muy deliciosa, romántica y poética y estaba encandilada, aún, con sus besos y caricias. Además, las otras veces que me encontré con el licántropo él