Alessia me llamó de madrugada. Mi amiga ya se le había hecho costumbre importunar siempre mi sueño. -Es la mejor hora en que puedo hablar contigo-, me dijo divertida, después que me alzó de la cama. Yo soñaba con Waldo, estaba encantada con él, nos prodigábamos muchos besos y caricias y de pronto, en lo mejor en que estábamos en mi suelo, ¡plop! sonó mi móvil por la llamada de Alessia, interrumpiendo todo.
-¿Qué ocurre?-, suspiré, estirando mis brazos, abanicando mis ojitos y bostezando igual a una hipopótamo.
-Novedades, muchas novedades, mujer-, estaba alborozada Alessia.
-Espero que valgan la pena-, seguía yo bostezando sin detenerme.
-La policía internacional intervino a la cofradía en Bucarest, Jenny, detuvieron a casi una treintena de personas y los acusan de crímenes y homicidios-, me dijo ella riéndose e imagino, brincando como una conejita.
Yo me alcé de mis almohadas igual si fuera impulsada por un resorte. -¿La cofradía?-, parpadeé ahora incrédula.
-Sí,