Le informé a Harrison todo lo que me había dicho Csuhay. -Déjame intervenir tu móvil para detectar a ese sujeto-, me pidió ella.
-¿Cómo lo harás?-, me rasqué los pelos desconcertada. Yo seguía pensando que Csuhay mataría a Cummings.
-Intervendremos tu número y eso nos llevará donde ese sujeto-, me subrayó, dejándome aún más incrédula porque ella no me había dado ninguna alternativa adicional de lo que debía hacer.
Estuve cerca de una hora dando vueltas en mi dormitorio, estrujando los huesos de mis dedos, suspirando, sollozando, rebuznando y dando bufidos como si fuera una bestia acorralada (en realidad, lo era, je je je) hasta que al fin la teniente Harrison me llamó cerca de la una de la madrugada. -Ya sabemos dónde está tu amiga, Jenny-, me anunció resoluta.
Sentí un gran alivio igual a un viento suave y sutil que acariciaba mis mejillas, cerré, además los ojos, y suspiré largo rato. Mi corazón no dejaba de hacer bum bum bum, rebotando en las paredes de mi busto p