En medio de esa vorágine de noticias y violencia que asolaba al país, tuve una buena nueva desde Europa: ¡¡¡Alessia estaba embarazada!!! Ella misma me llamó de madrugada desde Sofía. Yo dormía apaciblemente cuando timbró mi móvil en forma insistente. -Son las tres de la mañana, Alessia, eres bien inoportuna-, estaba yo somnolienta y bostezaba remolona.
-Aquí ya es de día, je je je-, reía hecha una fiesta mi amiga. No me fue difícil adivinar que me tenía una buena noticia. -¿A qué se debe esa risita?-, me alcé de inmediato abanicando mis ojitos. Empecé a tragar saliva y mi corazón se alborozó tanto que se volvió una pelota de baloncesto rebotando en forma insistente en las paredes de mi busto.
-A qué no adivinas-, dijo Alessia, riéndose, con un tilde mucha emoción en cada palabra. Yo no era ninguna tonta. -¡¡¡Estás embarazada!!!-, aullé emocionada.
-¡¡¡Ya tengo un mes!!!-, también gritó alborozada mi amiga.
Las dos nos pusimos a chillar como locas, igual a quinceañeras