Cinco semanas después…
Alissa y yo hacemos el trayecto de todos los días a la oficina, cantando y riendo de los autos que tocan la bocina para avanzar, cuando es evidente que estamos en un atasco. Todo va bien, excepto por su respuesta, que no ha llegado aún.
-Sabes, estaba pensando en que tal vez deberías cambiar el auto – me río por su forma de decirlo, casi como si fuese a regañarla -.
-Estaba pensando lo mismo, pero quiero esperar un poco más. Puede ser que conserve este y compre el otro para trasladarlos a ti y a nuestro hijo.
-Me gusta que lo llames nuestro hijo.
-Porque así será, independiente de la respuesta que me des a la propuesta que te hice, ese hermoso bebé será mi hijo.
-¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?
-Sí.
Le respondo sin dudas, porque no las tengo, ese niño se convirtió en mi hijo desde que su padre biológico lo rechazó.
El teléfono de Alissa suena, ella lo saca y la v