Capitulo 53

El sonido del agua goteando, el eco de sus pasos, se amplificaban en la oscuridad. La lámpara de aceite de Sobek arrojaba sombras fantasmales sobre las paredes. El aire era pesado, con el olor a humedad y a piedra milenaria. Menna sentía el latido de la ciudad sobre sus cabezas, la vida de Giza, inconsciente de la oscuridad que se movía bajo sus cimientos.

Avanzaron con cautela, sus sentidos en alerta máxima. Cualquier sombra podía ocultar a un enemigo, cualquier sonido, una emboscada. De repente, escucharon algo. Voces. Voces humanas, resonando en la distancia. Y el brillo de una luz.

—¡Quietos! —susurró Sobek, apagando su lámpara.

Se pegaron a la pared, inmovilizados en la oscuridad. Las voces se acercaron. Menna escuchó un murmullo familiar. Reconoció una de ellas. Era la voz del Capitán Hesy. Y junto a él, otra voz, más joven, pero con un tono de autoridad.

Menna sintió una oleada de alivio. Habían llegado. Hesy estaba allí. No estaban solos.

Las luces se acercaron, y las figuras
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