Lucas Pierce, un joven y ambicioso CEO de una empresa de comunicaciones, ve su vida dar un giro inesperado cuando es obligado a abandonar a su novia para casarse con Margaret Patel, una joven tranquila y sumisa. La razón, impedir que la empresa familiar caiga en las garras de Thomas Patel, un hombre extremadamente cruel y manipulador. El cual está obsesionado con preservar su legado y ara lo que sea para lograrlo. Margaret, por su parte, se siente atrapada en un acuerdo que no deseaba, pero el miedo a que su abuelo le haga daño a su madre la lleva a aceptar. A medida que navegan los desafíos de su nuevo matrimonio, Lucas y Margaret comienzan a ver más allá de las circunstancias que los unieron. ¿Podrán superar sus diferencias y encontrar el amor en un matrimonio que nunca eligieron? ¿O serán las presiones familiares y los secretos del pasado demasiado fuertes para vencer?
Leer másLucas se encontraba parado justo en el centro de un gran salón, decorado con grandes cuadros de paisajes; mismos que evocaban en el de forma inevitable la libertad que estaba a punto de perder.
Aquella tarde se vistió con un traje negro, color que más que pretender elegancia representaba el luto; sentía como si estuviese asistiendo a su propio sepulcro. La corbata que se ceñía a su cuello, bien se le antojaba como una cuerda. A su lado se encontraba el juez de paz y los testigos, solo faltaba la novia. Una mujer a la que apenas había visto en una ocasión y por la cual no sentía absolutamente nada. Todos esperaban que apareciese y aunque en un inicio los nervios lo corroían; después de la conversación que acababa de tener con Margaret, estaba seguro de que no tendría nada que temer. Que esa roca que pendía de su cabeza no caería. Solo necesitaba preocuparse de que tanto debía esperar, que tanto era lo correcto antes de marcharse pareciendo solo un novio abandonado y sobre todo que no había tenido nada que ver con el asunto. El juez comenzaba a impacientarse, tenía otro compromiso al cual acudir; así que Thomas, el abuelo de su prometida se ofreció a buscarla y asegurarse de que estuviera lista al fin. Lucas en cambio sabía muy bien lo que encontraría, que ella había desaparecido y el matrimonio por tanto no se podría realizar. No se molestó siquiera en voltear cuando escuchó como la puerta volvía a abrirse, después de todo se encontraba seguro de lo que estaba a punto de pasar o al menos así lo había creído. Fue en ese momento que el sonido de unos tacones se escuchó resonar por el piso del salón, atrayendo su atención; justo cuando estos llegaban a su lado, revelando a Margaret. Una mujer que no media más de 1.60 metros, piel ligeramente morena, cabello castaño claro y grandes ojos verdes. Usaba un sencillo vestido en un tono de azul muy pálido. Este tenía un largo bastante conservador, un par de dedos abajo de la rodilla, sus mangas eran larga y amplias para ajustarse a sus muñecas; su escote discreto, apenas dejando ver un poco de su cuello. La falda de este caía fluida y amplia desde la parte baja de su pecho donde se ataba de forma delicada con una cinta de igual color. La cual prometía poner su mundo de cabeza. —Ya que están ambos novios aquí, podemos comenzar al fin —anuncio el juez con notable alivio. Lucas no tenía la menor idea de lo que estaba pasando. Había creído que tenía un trato con ella; aunque claramente se había tratado de un error. Confió en ella y se equivocó, lo cual solo demostraba lo desesperado que se encontraba; al igual que lo estúpido que había sido. Se encontraba más que furioso por su engaño y en especial porque eso lo dejaba sin posibilidad alguna de escapar.Una hora antes…
Hacia algunos minutos que Lucas había arribado a la mansión de la familia Patel. Llego con antelación de forma deliberada, pues deseaba ver a Margaret antes de la ceremonia, hablar con ella. Por desgracia, no estaba en el salón y al darse cuenta de que no aparecería hasta que la boda diera inicio, no le quedo otra opción más que buscarla. Apenas tuvo la oportunidad, se escabullo sin que nadie se diese cuenta. No creía que le resultase fácil encontrarla, por fortuna lo fue y es que una de las empleadas atribuyo su deseo de hablar con Margaret al amor que sentía por esta, llevándolo justo hasta su puerta. Apenas toco a la puerta, una voz al otro lado le permitió el paso. —¿Ha llegado ya? —preguntó Margaret apenas escucho como tocaban, dando por hecho que se trataba de alguna de las empleadas que había ido a avisarle que el novio había arribado al fin. Se trataba del momento que más temía, por ende, no pudo evitar pensar al respecto de forma inevitable. —Si, ya estoy aquí —decidió responder para atraer su atención y valla que funciono. El escuchar una voz masculina, misma que le resultaba desconocida la hizo voltear sin demora, tratando de descubrir de quien se trataba. Lo hizo, aun cuando muy en el fondo ya lo sabía. Apenas giró, se encontró con un hombre más apuesto de lo que hubiese creído posible. Era tan alto y sus hombros tan anchos que prácticamente cubría toda la puerta; lo que le hizo sentir atrapada. Fue de ese modo, especialmente cuando aquellos grandes ojos cafés la miraron fijamente. —¿Quién es usted? —decidió preguntar, aun conociendo la respuesta. —Mi nombre es Lucas Pierce, su futuro esposo —respondió justo lo que más temía. —Lo siento, yo no… —intentó disculparse, pero apenas pudo pronunciar palabra. Su aura resultaba tan poderosa, que le hacía sentir intimidada sin que pudiese evitarlo. —Descuide, no me conocía. Al igual que yo no la conozco a usted y aun así estamos a punto de casarnos, lo cual resulta toda una peculiaridad —admitió sin medir sus palabras en lo más mínimo. —Si el juez está listo, entonces podemos ir —sugirió, deseando salir de aquella habitación lo antes posible. El estar los dos solos la había comenzado a poner terriblemente nerviosa, y no solo por el hecho de que jamás había estado sola con un hombre, además de su abuelo. Su inquietud radicaba más bien en aquel hombre en particular, y es que tenía algo que le intranquilizaba y le hacía sentir en peligro. Lo cierto es que teniendo en cuenta que estaba a punto de convertirse en su esposo, eso no era una buena noticia. —No. De hecho, he venido a hablar contigo — le detuvo cuando apenas había dado un paso en dirección a la puerta, haciendo que se detuviese abruptamente. —¿Conmigo? —no podía creerlo. —Sí, se trata de algo muy importante —admitió. —Dígame entonces —le instó, deseando saber de lo que se trataba y poder salir de ahí lo antes posible. —Creo que lo mejor es ser totalmente honesto con usted, antes de que hagamos algo irreversible. No deseo casarme con usted —afirmó sin más, sin andarse con ningún tipo de rodeo. Margaret habría esperado muchas cosas, pero no algo como eso. Sin embargo, lejos de molestarla o entristecerla, lo cierto es que no habría podido recibir una mejor noticia que esa. —¿Qué está diciendo? —trato de asegurarse de entenderlo bien, especialmente pues estaba obligada a lo contrario. —No deseo este matrimonio, no quiero casarme contigo y no creo que haya una mejor forma de decirlo —admitió sin el menor miramiento. —Mi abuelo… —deseo revelarle que ella tampoco lo deseaba, que este la estaba obligando; por desgracia Lucas no se lo permitió. —Tu abuelo me está obligando a este matrimonio —se adelantó a declarar.Dos años después…Margaret veía por la ventana como Oscar, su pequeño hijo jugaba en el jardín con Katherine. Jamás se arrepentiría de haber aceptado a esa pequeña como suya, de haberla adoptado tal como su padre lo hizo con ella. Si bien, era verdad que su sangre no corría por sus venas, el amor que sentía por ella no era menor al que sentía por su propio hijo.Cuando Lucas le conto todo lo ocurrido con Sarah; unos días después de que diera a luz a Oscar, no dudo en pedirle que no la entregara a servicios infantiles. Le dijo ella se aria cargo de la pequeña, quien era totalmente inocente de todo lo que había ocurrido. En ese entonces era solo una recién nacida indefensa y sola, tal como ella misma lo estuvo la mayor parte de su vida.Los había criado juntos desde ese momento, tal como si ella misma los hubiera dado a luz a ambos e inclus
Margaret entonces salió de su escondite, apresurándose a ir hacia donde Lucas se encontraba tendido en el piso. Intento arrodillarse a su lado, deseando comprobar su estado.—¿Estas bien? —le cuestiono realmente asustada por él.—Me gustaría mentirte y decirte que no ha sido nada, pero no deseo volver a engañarte. Esto en verdad duele —admitió, mientras abría los ojos y comenzaba a incorporarse tratando de detener el sangrado con una de sus manos.El ver aquella cantidad de su sangre aterro a Margaret, causando que las lágrimas de ya corrían por su rostro solo aumentasen. Sabía que debía hacer algo para ayudarlo lo antes posible, para ayudarlos a ambos y es que no sabía cuánto tiempo más pasaría antes de que su hijo naciera.En ese momento recordó el teléfono, el cual saco del bolsillo de el abrigo, viendo c
Lucas no lo pensó demasiado y es que no tenía mucho por decidir. Debía detener a Thomas a como diera lugar, aun si corría el riesgo de perder la vida en el proceso. Estaba dispuesto a eso, pues sabía que la otra opción era que los matara a ambos y se quedara con su hijo, lo cual jamás permitiría. No le entregaría su hijo, antes mataría a Thomas con sus propias manos.Thomas vio como este corría hacia él con rapidez. Noto la férrea determinación que había en su mirada, misma que le decía que se encontraba dispuesto a todo y aunque trato de dispararle para detenerlo, no le fue posible. Lucas llego a él, desviando el cañón del arma en el momento en que se encontraba a punto de disparar, haciendo que la bala saliera disparada hacia el cielo.Al escuchar aquel estruendo, todo lo que Margaret pudo hacer fue tratar de ocultarse, de protegerse. L
Thomas entonces se le quedo viendo un momento en silencio, viéndola con seriedad; hasta que de pronto su expresión cambio y apareció una sonrisa en sus labios.—Chiquilla tonta. Te conozco y sé que jamás serias capaz de hacer algo como eso, no tienes la maldad necesaria para hacerlo. Es por eso que estoy seguro de que ese bebé es de Lucas y ninguno de ustedes me ara pensar lo contrario —reconoció, encontrando de lo más patético su intento de salvarse.—Ese niño no es mío, al igual que no lo era el hijo que tuvo Sarah. Te recomiendo que no pierdas tu tiempo —insistió Lucas, aferrándose a aquella historia.—Además piénsalo con cuidado. ¿Qué clase de descendiente te daría una mujer como ella?, ¿es verdaderamente digna de que mezcláramos nuestra sangre con la suya? —le cuestiono Lucas cambiando su actitud y su semblante de pronto, adoptando una crueldad muy parecida a la de este.Lo hizo, mientras comenzaba a caminar hacia el frente para horror de Marga
Margaret entonces protegió su vientre con sus brazos, deseando de ese modo cuidar a su hijo de la sola mirada de Thomas. Por desgracia, en ese momento sintió una nueva punzada de dolor una peor que las anteriores; pero en esa ocasión lo soporto. —¿Cómo me encontraste? —le cuestiono, deseando desviar su atención al menos un momento.Esperaba poder ganar al menos un poco de tiempo para poder escapar, para encontrar una forma de soluciona la terrible situación en que se encontraba. —Cada año sin falta acudes a la tumba de Oscar en este día, el día en que murió. Fui ahí y no te encontré, así que sabía que solo había otro sitio al cual podías ir. Tu abogada me dio a entender que sabias la verdad, así que decidí probar suerte y resulto—admitió, levantando la vista hacia las tumbas que se encontraban tras ellos. —¿Por qué?, ¿por qué me mentiste todos estos años? —le cuestiono con enojo. —Porque podía —respondió con simpleza y una honestidad que era cruel.
En ese momento, Margaret sintió una vez mas una fuerte punzada. Esta era aun mas fuerte que la anterior y aunque trato de ocultarlo como antes; en esa ocasión una exclamación de dolor escapo de sus labios, mientras se echaba hacia el frente. —¿Qué pasa? —le cuestiono preocupado, mientras se ponía en pie con rapidez para sostenerla. —No es nada, solo una patada —mintió y es que no podía reconocer lo que sospechaba. —Eso parece ser más que una patada, ¿estás bien? —insistió. —Si, lo estoy —mintió y es que sabía que no se trataba de una patada.Podía reconocerlas con facilidad, después de todo las había experimentado durante los últimos meses; aquello era algo más fuerte y doloroso. No pudo evitar pensar que se trataba de contracciones. —Margaret… —deseo atraer su atención. —Estoy bien, te lo aseguro—reitero, volviendo a incorporarse mientras se alejaba de él. Lucas no se encontraba del todo seguro al respecto, pero no tuvo otra opci
Último capítulo