La obsesión de Alejando es tenerla a ella, desde la primera la vio, no hizo más planear el momento la tendrá en sus brazos para convertirla en la esclava de su obsesión, un sentimiento mucho más fuerte el .
Ler maisLos momentos más insignificantes de mi vida pasan a ser algo único, especial e irrepetibles. Cosas que para otros no tienen importancia alguna, como el simple hecho de poder despertar en mi cama, o un tierno beso de la mujer que me trajo a este mundo.
Tengo recuerdos de momentos que pensé había olvidado, como la primera vez que mamá me dejó ir sola al colegio, o el primer beso de aquel chico que no consigo recordar el nombre, pero sé que fue en primaria y que después del beso, ambos salimos corriendo por la vergüenza.
Momentos únicos que no volveré a vivir jamás.
Evito mirar a mi alrededor y contemplar con tristeza lo que ahora me rodea, no es que tuviera una vida llena de lujos, pero comprada con esto, lo era.
Lo peor son los olores corporales, los que intento no respirar cubriendo mi boca y nariz con mi propia camiseta, a decir verdad, yo también huelo mal.
—Tengo sed...
Su mal aliento golpea mi cara, aspiro aquel repugnante olor que sale cada vez que ella abre la boca. Me niego a pensar que mi boca huele igual de mal o peor.
El agua, aquel con el que llenaba la bañera de mi casa, o el que dejaba correr del grifo cuando me cepillaba los dientes sin preocupación alguna, ahora se a convertido en un bien escaso, igual que la poca comida que nos dan.
Al principio esperaba mi parte cuando la mayoría de ellas peleaban por un trozo de pan. Mi parte; la que nunca llegaba. Me negaba a comportarme como una miserable rata, pero al igual que ellas, el hambre y la sed sacaron a relucir mis instintos más primarios.
—Tengo sed.
Una arcada hace que un asqueroso líquido suba por mi garganta, y mis ganas de vomitar vuelven.
Evito el contacto visual con ella, hago de mi cuerpo un ovillo rodeando mis rodillas con mis propias manos. Tengo los pies llenos de mugre, por no hablar de mi ropa, o de mi aspecto en general.
La poca luz muestra a la perfección la cruda realidad. Y es que yo no soy la única que está en malas condiciones. Todas lo estamos.
Algunas quejas llegan en cuanto el tráiler se pone en marcha, aunque me aterra llegar a donde sea que nos dirigimos, deseo salir de aquí lo antes posible.
Para no pensar en la comida o en lo sedienta que me siento, intento dormir todo lo que puedo, aunque los movimientos bruscos o el ruido me despierta cada dos segundos.
—Cassy...
Oigo su molesta voz, lo sé, soy una mala persona, pero la llevo escuchando desde hace tantos días, que todo se ha vuelto demasiado molesto para mí.
—Nos hemos detenido hace rato.
—Qué más da.
Nos detenemos cada X tiempo y nunca pasa nada, ahora no tiene por qué ser diferente a las anteriores.
Las puertas se abren, cada vez que lo hace es para que nosotras podamos salir de dos en dos a hacer nuestras necesidades. Pero esta vez no es en medio de la nada, es delante de un inmenso edificio de color gris, rodeado por una enorme valla que me recuerda a la de una frontera.
Los empujones no tardan en llegar por parte de los gorilas disfrazados de humanos, no es que lo hagan con mucha fuerza, pero estamos tan debilitadas que si soplara un poco de viento nos haría caer al suelo.
—¿Dónde estamos, Cassy?
Ahora puedo ver lo secos que están sus labios, los cuales se agrietan un poco más cada vez que habla.
—¡Camina!
El empujón me hace perder el equilibrio, mi estómago ruge una vez más, me siento incapaz de dar un paso más y menos seguir de pie.
Caigo.
Mi trasero impacta sobre el duro suelo, un mareo me obliga a permanecer tirada. La chica de labios secos y ojos rojizos se agacha hasta mí, e intenta ayudarme.
Pero todo se vuelve confuso, silencioso, y un frío helado envuelve mi cuerpo.
—¡Cassy!
Su voz suena tan lejana, tan apagada. Tal vez esté gritando, pero apenas la oigo y en segundos la oscuridad se apodera de mi ser. Desconectado mi cuerpo de la realidad.
Días antes del secuestro:
—No hables con desconocidos.
Puse los ojos en blanco, creo que había repetido esa frase como cien veces.
Mamá me apretó tanto entre sus brazos que sentí que me faltaba el aire.
—No te preocupes, ¿sí?
Sabía que para mi madre era una situación muy difícil, pero estudia e ir a la universidad siempre fue lo que quise.
—Llámame todas las noches antes de acostarte y procura comer como es debido.
—Lo prometo.
Le di otro abrazo, y aunque no me sentía preparada para marcharme, era mi oportunidad de ser independiente y volar por mi propia cuenta.
—Te quiero mucho, Cassy.
—Y yo a ti.
Actualidad:
Gritos. Un hombre grita desquiciado y acto seguido un portazo que hace vibrar mi cuerpo. Me despierto desorienta, lo último que recuerdo es el empujón del hombre y haberme caído al suelo.
Me siento congelada, dolorida y veo borroso.
—¿Qué coño es esto?
Mi visión vuelve poco a poco a la normalidad, lo primero que detectan mis ojos es al gritón, y lo que me impacta es la sangre que brota de su mejilla.
—¡Sal de mi cama! —me grita furioso, señalándome con el dedo.
Me muevo asustada, percatándome de que huelo a limpio, y estoy completamente desnuda. Cubro mi cuerpo con la sábana e intento incorporarme.
Él me sigue con la mirada.
—¡Suelta mi sábana! —ordena.
Niego nerviosa aferrándome todavía más a ella. No pienso dejar que este imbécil me vea como dios me trajo al mundo.
Sus amenazantes pasos avanzando hacia mí, me hacen decir lo primero que pienso.
—Soy estudiante de enfermería, y se nota que tienes una herida profunda que se debe suturar.
—¿Me has visto cara de idiota?
Niego aferrando mis manos a la sábana.
—Puedo hacerlo si me facilitas el material que necesito.
—Ya tengo médico —aclara molesto. —Ahora dime algo, ¿qué hacías en mi cama?
Se detiene delante de mí, acerca sus manos a la sábana y tira de ella con fuerza, lo que hace que yo caiga al suelo, exponiendo mi desnudez ante él.
—¿Por qué no estás marcada?
Su pregunta me eriza la piel, mi miedo va en aumento y siento que el corazón se me va a detener en cualquier momento.
Lo que sucedió ese día fue el comienzo y el fin de una relación, mi comienzo con Adam y el final de mi amistad con Oliver.Salí reluciente del baño, sonriendo por lo que acababa de pasar, y feliz de saber que Adam estaba dispuesto a quedarse conmigo. Me aferraba a él como si los hombres se hubieran extinguido del todo. No tenía explicación a ese hecho, tal vez fueron sus confesiones o simplemente me gustó la primera vez que lo vi, igual que yo a él.—Oliver se ha ido.Mi burbuja de felicidad reventó al escuchar las palabras de Adam.—Debió escucharnos, y tal vez pensó que sobraba y se largó.—¿Cómo sabes que se ha ido?Adam levantó una pequeña nota: "que seas muy felices."Ni siquiera un «adiós». Oliver se había esfumado. Me había abandonado. Aunque esta vez dolió menos que la primera.—Debe odiarme. Llevaba el año entero diciendo lo enamorado que estaba de ti...A Adam lo consumía la culpa, y yo siendo todo lo egoísta q
Narrador: Después de leer una y otra vez la notificación del juzgado, finalmente tomó asiento en la cama. Respiró hondo. Alejandro estaba entre rejas, sin embargo seguía vivo y era algo que la seguía atormentado y perturbando su paz mental.Apartó la carta una vez que Adam asomó su cabeza por la puerta.—¿Estás bien?Asintió. Aunque no lo estaba del todo, pero no quería preocuparlos más de la cuenta, él también estaba afectado.Tomó asiento junto a ella y extendió sus brazos invitándola a refugiarse en ellos.Era extraño, porque en seguida dejó de tener miedo, y solo quería seguir pegada a él.—No quiero que tengas miedo a nada, porque jamás volverá a hacerte daño.Levantó su mirada con la intención de encontrar al muchacho que vio por primera vez, pero Adam ya ni siquiera escuchaba su música romántica ni sonreía como antes. Aun así con él el miedo dejaba de existir.—Prométeme que nunca me dejarás sola.S
Me siento muy perdida en la vida, pero puedo asegurar que lo que siento por Adam, implica sentimientos, más allá del deseo carnal. Lo noté en el instante en que se me sentí rescatada por él, por sus abrazos, aquellos que me dan fortaleza y seguridad. Adam es como el sol de cada mañana, algo necesario e imprescindible en mi vida, no se puede comprar con la atracción física que hay entre Oliver y yo. Aunque lo que le falta a Adam lo aporta Oliver, a pesar de ser un idiota, lo adoro. Ambos me complementan, pero tres es multitud.En el gran silencio incómodo que se ha formado, el timbre salva el momento.—Ya voy yo —le digo a Oliver cuando hace intención de querer ir a abrir.Abro la puerta y mis ojos chocaron de lleno contra los de ella, luego centro mi mirada en sus labios, los cuales lucen suaves, carnosos, hermosos y nada desagradables.Rechel, la chica de los labios secos, la del mal aliento, la que no se callaba ni debajo del agua.—¿Cassy
CassyTengo a dos maravillosos hombres a mi lado, los cuales han marcado mi vida para siempre. Porque tengo claro que no importa el tiempo que pase, a ellos siempre los tendré presentes.Finalmente me siento feliz, feliz de sentirme querida, consentida, y me gusta demasiado tener la atención de ambos.—No quiero volver a dormir en esa habitación, sentí que Bomer me violaba con la mirada...Es perfecto.—Que más quisieras tú que amanecer en los brazos de ese hombre.Bueno... casi perfecto. No importa que Adam y Oliver se pasen el día discutiendo por tonterías, ni por quién parece más idiota. Me empiezo a enamorar de sus discusiones, aunque a veces me sacan de quicio.En cuanto Adam se incorpora, no contengo mis ganas de lanzarme sobre él. Para mí es un juego, para él debo mejorar.—Ponte en posición.A él le gusta tener el control, dar órdenes y mostrarse algo serio. Supongo que perder a su hermano y a Mel, lo hiz
Narrador:Al ver las marcas que Alejandro había dejado en Cassy, le hirvió la sangre, a ese animal no le había bastado con marcar su nalga de por vida. Se sintió tan impotente, tan dolido como lo había estado ella aquel día.Tomó una bocanada de aire y cerró los ojos tratando de no pensar más en todo lo que lo atormentaba.Oliver estaba entretenido preparando la cena, y él se sentía incapaz de realizar algo tan sencillo como cocinar, sus pensamientos lo tenían totalmente absorbido.—Creo que mi hermano nunca salió de México.Cassy volvió su mirada hacia Oliver, y siguió cortando las verduras.—No es tan idiota como para entrar a los Estados Unidos después de lo ocurrido —dejó salir el aire contenido y siguió dándole la vuelta a la carne que tenía sobre la plancha. —Dudo que se atreva a venir a buscarte, no es tan tonto.—Entonces, iré yo a por él...Oliver clavó sus ojos en ella, y negó.—¿Quieres volver a México
Cassy:—Una señora me ha llamado sinvergüenza —espeta ofendido entrando una vez que abro la casa.Adam lo sigue con una sonrisa malvada en sus labios y yo... Yo me quedo sujetando la puerta algo impacta por lo que acaba de pasar.Hace como media hora que se han ido, y vuelven a entrar como Pedro por su casa sin dar explicación alguna.Cierro la puerta confusa. Más bien ellos me confunden y me empiezan a estresar.Dirijo mis pasos hacia la cocina, cuando Oliver ya se ha adueñado de mi cafetera.—Luego dicen que los jóvenes somos unos maleducados.—¿A qué viene toda esta indignación? ¿Y, por qué estáis en mi casa y no en Venecia paseando en una barca bajo la luz de la luna?—¿Lo ves? Ella piensa que eres gay, esa música te hace gay.Pongo los ojos en blanco y tomo asiento, se avecina un nuevo espectáculo, se han convertido en una pareja de cómicos y probablemente es como se ganan la vida,no será así, pero ima
Último capítulo