Capitulo 8

¡Oh, Dios mío! Todo era mentira. En el fondo sabía que mi padre no sería incapaz de hacer algo tan perverso.

Retrocedo apartándome de María con la intención de salir corriendo. Tengo que alejarme de este lugar.

—¿Está bien, señorita?

Niego.

—¡Necesito salir de aquí!

Sea lo que sea, no es bueno. Tal vez vayan a usarme para extorsionar a mi padre, o para algo peor. 

En cuanto llego a la puerta, Alejandro asoma por ella. 

Me quedo totalmente asustada, con los ojos clavados en los suyos. Sin más preámbulos lo empujo con todas mis fuerzas y echo a correr. Pero no llego demasiado lejos. Alejandro me atrapa del brazo y me inmoviliza contra su pecho.

Tengo mi espalda pegada a él. Me sujeta con tanta fuerza que se me dificulta respirar. Y por el colmo, Oliver está presente.

—Tranquila... &mdash

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