Capitulo 5

Hay una parte de mí que tiene fe en que todo va a salir bien. Por eso no tengo miedo, pero también tengo una mala sensación sobre todo esto. 

Nunca había pensado en la muerte, hasta hoy. Incluso durante el viaje no había barajado la idea de morir. No sé qué es peor, morir o vivir lo que pueda venir.

Es extraño que solo me preocupe mi madre, que no esté pensando solo en mí. 

Miro la habitación en la que Alejandro me ha instalado y no puedo evitar pensar que es un lugar hostil y frío, casi inhabitable. 

Pienso tanto que me duele la cabeza, aunque supongo que es por llorar demasiado. Llorar por algo que todavía no ha sucedido.

Me sobresalto cuando la puerta se abre de golpe, Oliver y su fea cicatriz hacen presencia. El imbécil no se ha suturado la herida.

—¿Sabes qué es lo que más odio en esta vida? —Aparto la mirada en cuanto saca su teléfono del bolsillo. ¡Bien! La he cagado. —¡Mírame! 

Su grito hace que mi cuerpo entre pánico, bloqueado cada extremidad por completo.

Camina hasta mí, y aún con miedo, me atrevo a desafiarlo. Debí borrar el número. 

Cuando los ojos de Oliver oscurecen, es porque está realmente enfadado, supongo...

Sin preámbulo, Oliver tira de mi brazo sacándome de la cama.

—Puede que para Alejandro seas una invitada, para mí solo eres el enemigo. Y los enemigos me gusta que estén bajo tierra o darles por el culo, niñata malcriada.

Sus palabras me llenan de furia. Y mi primera reacción, como cualquier persona normal, es deshacerme de sus sucias manos. Lo empujo con todas mis fuerzas, casi consiguiendo que pierda el equilibrio. Pero el maldito no cae. 

Retrocedo en cuanto él avanza, me subo a la cama, y camino por el colchón hasta llegar al otro extremo.

—¿Quieres jugar?

—¡Déjame en paz!

Sé que no quiero problemas con este demente, que ya tengo mucho de que preocuparme.

—¿Sabes rezar, Cassy?, deberías rezar mucho para que Sandra regrese sana y salva, porque de lo contrario "paz" será lo que jamás tendrás.

Niego al mismo tiempo que espero que se largue por donde ha venido. Pero por mi mala suerte, Oliver, se ha quedado con ganas de torturarme.

Sonríe de una manera casi diabólica, lo que me hace apartar la mirada de inmediato.

Dirige sus pasos hacia el otro lado de la cama, con la intención de llegar hasta mí. Pero una vez más, camino por el colchón hasta llegar al otro extremo.

Oliver retrocede en cuanto Alejandro, después de haber llamado a la puerta, la abre. 

Sí, todavía estoy de pie encima del colchón. 

—¿Qué haces aquí, Oliver?

Se pasa una mano por la nuca, no sé cómo será la relación entre ellos, pero está claro que Alejandro es el que tiene la sartén por el mango.

—Quería asegurarme de que nuestra "invitada" estaba a gusto en su suite.

Alejandro camina hasta mí, creo que puede notar de sobras que estoy alterada y algo asustada. 

No puedo evitar mirarlo con desconfianza cuando me tiende la mano, invitándome a bajar de la cama y dejar de hacer el ridículo.

—¿Estás bien?

—Tengo sed. 

Miento, pero necesito salir de cualquier sitio donde el imbécil de Oliver pueda acceder a mí. No quiero convertirme en su problema personal, ya es bastante que mi padre tenga a su hermana.

Tomo asiento bajo la atenta mirada de ambos, sujeto el vaso con agua con ambas manos y evito mantener cualquier contacto visual.

—Viajaremos mañana, Cristal.

—Cassy —corrijo a Alejandro.

—Me guío por lo que pone en tu pasaporte —recalca. —Tu padre está alojado en México, cuanto antes lleguemos antes podrás irte.

Me muero de ganas de llegar, ver a la tal Sandra, conocer a mi "hermano". Regresar a casa y decirle a mi padre lo mucho que lo odio en estos momentos. Pero parece que voy a paso de tortuga porque todavía no he dado ni un sorbito a mi agua.

—¿Puedo quedarme en tu habitación?

Alejandro frunce el ceño, espero que no esté pensando en que le estoy haciendo una proposición indecente, cuando lo único que quiero es seguir siendo lo más decente posible. 

—Puedo dormir en el sofá mismo —aclaro ante su cara de estupefacción.

—Pensé que estarías cómoda en la habitación donde estás, es una de las mejores.

—Pienso lo mismo —interviene Oliver.

Levanto mi mirada suplicante, casi con la intención de acusar a Oliver, y al mismo tiempo con temor de que todo se vuelva contra mí.

—Por favor —añado.

Alejandro solo asiente. Sé que es mejor estar cerca de él, ya que parece que Oliver obedece a sus órdenes. Mucho mejor que estar sola, desprotegida y al alcance del miserable de su hermano.

Quiero estar lejos de los problemas.

Sonrío al ver la cara de fastidio que tiene, ¿lo estoy provocado?, no lo sé, pero su cara no tiene precio. 

Entiendo que no sea de su agrado, pero su actitud no es la más correcta a la hora tratar conmigo.

Oliver sale del comedor algo enfadado.

—No hagas caso a lo que Oliver diga, él y Sandra son mellizos, siempre han estado muy unidos, y desde que ella no está con nosotros, vive enfadado con el mundo. Pero ya me he puesto en contacto con tu padre, en cuanto lleguemos a México hablarás con él, para que me tome totalmente en serio.

—Sé que dices que soy una invitada, pero he llegado aquí en un tráiler lleno de chicas, las cuales al igual que tú hermana, alguien las está echando de menos en estos momentos, como mi madre a mí. 

—Son mis negocios, Cristal.

—Negocios que destrozan vidas humanas, familias enteras. Tú sientes ese dolor al no tener a Sandra...

—No es asunto tuyo, ya te dije que no eras parte de mi negocio, sino parte de un trato importante. 

—Tal vez los padres y hermanos de esas chicas estén dispuestos a hacer tratos importantes con tal de volver a verlas.

Lo enfrento, aún sabiendo que no estoy en condiciones de exigir nada y menos intervenir por personas que ni siquiera conozco.

—No voy a discutir esto contigo. Ahora dime algo, ¿Por qué has pedido quedarte conmigo en mi habitación?

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