Mientras se quitaba el uniforme, una vez más brotaron las inseguridades que Coral había sembrado en su interior, por supuesto que sabía que los hombres ricos, muchas veces, eran serpientes enredadoras que solo buscaban sus propios intereses, pero quería seguir manteniendo la ilusión de que Owen no era así, que él era diferente.
— Podríamos intercambiar los papeles. — dijo Owen.
La voz la sobresaltó; se había quedado ida, mirando por la ventana.
— ¿En qué piensas? — preguntó Edneris mientras se daba la vuelta, lanzando la camisa sobre la cama.
— En que podrías ser tú mi postre. &mdash