Le doy una profunda calada a mi cigarrillo, mientras permanezco tendido en la cama después de haberme follado a la puta que saqué del bar. Fue una noche carnal y violentad, pero a la luz de la alborada, notar que la mujer junto a mí era una copia barata de Rachel, hizo que el enojo y la ira se apoderaran de mí.
Giro mi cara y fijo la vista en el cuerpo inerte y frío de la prostituta.
―No debiste abrir la puta boca ―apago el cigarrillo hundiéndolo sobre la piel de su seno derecho y salgo de la cama―. Si hubieras sido inteligente te habrías dado cuenta de que no fue a ti a la que follé ―tiro de la alfombra y, la acomodo, de forma vertical a la cama―. Siempre fue ella ―aferro mis manos alrededor de cada tobillo y jalo de su cuerpo para dejarlo caer al suelo. La envuelvo con la alfombra y aseguro los extremos con cinta de embalaje―. Un hombre preparado vale por dos.
Me pongo de pie y observo el bulto desde las alturas. Mi corazón late emocionado al recordar la expresión de su cara cuand