Fue una noche realmente mágica y agotadora. Lud iba en serio con su idea de querer embarazarme. Después de aquel sueño tan real que tuve con Massimo en el que estábamos casados e íbamos a tener un bebé, no he deseado otra cosa que ser madre. Pero no sé si estoy preparada para serlo. No debí ser tan impulsiva. Quizás debí considerarlo mejor.
―¿Te pasa algo, cariño?
Nuestras miradas coinciden a través del espejo. Niego con la cabeza.
―No, solo estoy un poco cansada.
Se acerca y besa mi cuello.
―Tal vez se me pasó un poco la mano contigo.
Me doy la vuelta y rodeo su cuello con mis brazos.
―Todo fue perfecto, Lud.
Me elevo sobre la punta de mis pies y lo beso en los labios.
―Bien ―sonríe satisfecho―. Pero debo advertirte que esto solo es el principio ―aferra una de sus manos a mi cadera y la otra en mi cintura de forma posesiva y tira de mi cuerpo para pegarme contra el suyo―. Voy a dedicarme por completo a esta labor hasta dejarte embarazada.
Se acerca y acaricia la piel de mi rostro con