Por poco me atraganto con la saliva en cuanto veo a Rachel desnuda sobre la cama. Es una visión fantástica, sensual y excitante. Muy emocionante. Lleva puesto unos tacones de infarto y mi corbata anudada a su cuello. ¿Dónde está mi pequeña mojigata y quién diablos es esta mujer fatal? Una sonrisa pícara curva sus labios y b**e sus pestañas de manera provocativa, tentándome, seduciéndome y poniéndome a mil.
―Hermosa corbata ―menciono con la voz ronca. Meto las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, cruzo una pierna sobre la otra y apoyo mi espalda contra la puerta. Adopto una apariencia relajada, pero lo cierto es que estoy ardiendo como las brasas de una fogata, deseándola con todas las fuerzas de mi alma―. Se te ve mucho mejor a ti que a mí.
Sonrío satisfecho, al examinarla de pies a cabeza. Se ve deslumbrante, caliente y sexy. Baja sus piernas de la cama, se sienta al borde y las separa de par en par. Trago grueso. La corbata atraviesa la separación de sus pechos y cae entre s