Mientras la pareja se aislaba y se ahogaba en su éxtasis y burbuja malagueña, en Madrid, la tensión crecía con dos personas más.
Gabriel, apenas aterrizó en el aeropuerto, aún queriendo tener un descanso y hacer turismo en Málaga, pero debía regresar y empezar con los preparativos para la fiesta de sucesión de Alejandro. Gabriel se puso en contacto con Sarah, disculpándose por su abrupta salida de la ciudad. Sarah, aunque estaba molesta, no pudo ignorar la seriedad en su voz. Se reunieron en un café que le gustaba a ella, y no precisamente para bailar, sino para discutir el hallazgo de la cuenta suiza.
Sarah aceptó solo por ese hecho, pero no tenía ni una pizca de ganas para verlo... era un sí, pero no.
—Te debemos mucho, Sarah —dijo Gabriel, con una seriedad que le molestó, cuando se sentó frente a ella y le entregó su café—. Tu pista fue la clave para desarticular el plan de lavado. Todavía nos queda trabajo, pero descubrimos demasiado para ser nuestra primera vez investigando.
Sara