Alejandro no pudo dormir el resto de la madrugada. El amanecer lo encontró en su sofá, sin haber tocado la cama y con un cansancio asesino. El recuerdo de las palabras de Valentina no dejaron de repetirse en su mente y el desprecio con las que la escupía, lo hacía sentir peor.
—¡Destruyo a la mocosa esa y a Gabriel!
La Valentina que se había presentado la noche anterior no era la mujer dulce y amable que creía que ella era. Tenía un perfecto disfraz de oveja, pero era calculadora y peligrosa. Dispuesta a usar la reputación de su familia como arma para amenazarlo. El dinero de por medio, el legado de su padre, el control del grupo hotelero Duarte... todo estaba en juego ahora, si decidía terminar el compromiso. Su plan con Sofía, debía mantenerse en secreto y era ahora una carrera desesperada contra el tiempo y lo que sea que Valentina quisiera hacer.
Decidió que la única forma de intentar mantener a Valentina calmada, era acelerar las cosas con Gabriel y poder estar con Sofía. Si su