John
—¿Dónde está? —gritó John, abriendo la puerta de la oficina donde Adam estaba sentado tranquilamente en su escritorio.
Adam esperaba la visita, pero no se imaginaba que John aparecería tan pronto. Pensó que tardaría un par de días.
—Disculpe, señor Saints, acaba de llegar… —dijo la secretaria, Lana, nerviosa.
—Está bien, Lana, puedes irte —dijo Adam con calma.
Después de que la secretaria se fuera, se volvió hacia John.
—John, ¿a qué debo el honor de tu inesperada visita?
—¿Dónde está? —insistió John, con la irritación evidente en su voz.
Adam arqueó las cejas, fingiendo confusión.
—No entiendo… ¿Ella quién?
—Elizabeth. Son amigos. —John dio un paso al frente, clavando su mirada en la de Adam—. ¡Dime ahora dónde está!
El tono frío y amenazante de John no intimidó a Adam, pero sí le aceleró el corazón. Respiró hondo antes de responder:
—Mira, no sé qué pasó entre ustedes dos… pero si Elizabeth huyó de ti, sin duda tenía una buena razón.
John se acercó aún más, reduciendo la distan