Carlson y Bruce intercambiaron miradas.
— Estoy rodeado de incompetentes... ¡siendo engañado por un médico de quinta! — gruñó John, pasándose las manos por el cabello en un gesto de impaciencia.
La verdad, sin embargo, era que Adam era un médico altamente reconocido. La rabia de John no nacía solo de la situación, sino también de la culpa que crecía dentro de él.
— ¿Y si le pasó algo? — murmuró, y un dolor agudo le atravesó el pecho.
Nunca había permitido que ese pensamiento tomara fuerza, pero ahora… quizá Elizabeth podía… podía…
¡No! Sacudió la cabeza con fuerza, negándose a aceitarlo.
No... no mi Elizabeth...
Miró a los dos hombres, con los ojos invadidos por la angustia.
— ¿Será que ella…? — No consiguió continuar.
— Señor… consideramos esa posibilidad — respondió Carlson, con la voz baja y controlada. — Forma parte del protocolo investigar todos los escenarios. Ya realizamos una búsqueda en todos los hospitales, comisarías y… morgues.
Bruce vaciló; sabía que Carlson había hecho e