Evelyn despierta abruptamente sin saber porque razón, pero en sus sueños podía escuchar voces de gritos desesperados. Sentada en la cama con la respiración acelerada la joven trata de calmarse y tomar grandes bocanadas de aire.

—Que extraño, parecía bastante real.

Mira hacia todos lados percibiendo únicamente oscuridad, se pone en pie rápidamente y camina hasta lo que creía que era el balcón de ese cuarto, al correr las pesadas cortinas puede ver la enorme luna muy resplandeciente.

—¡Anocheció!

Se pregunto cuando es que había dormido, en eso frunce ceño y llega su mano al cuello, desliza sus dedos por la piel, pero no siente nada fuera de lo común.

Niega al mismo tiempo que suspira pesadamente.

—Despertaste ya—ella mira por encima de su hombro para ver a Velkan a sus espaldas, como que ya se estaba acostumbrando a que apareciera de esa manera.

—¿Por qué sigo en tu habitación?

—Quiero que duermas aquí de ahora en adelante.

—¡No quiero! No me puedes obligar a que me quede aquí.

Responde