Elizabeth.
Dialogaba fluidamente con Maya que había estado estremecida una vez mi confirmación para ir a la fiesta situada en una discoteca cerca de la ciudad. Ella rogaba en silencio que llegara la noche, reluciría el vestido más extravagante.
—Hoy mis expectativas en los hombres son extremadamente altas. Brindaremos por todo aquello que no debió suceder jamás, pero fue justo para aprender de una lección.—gira a un costado de mi guiñándome el ojo.—Al parecer con esa mirada me dices: Ya sé mucho, nací siendo experta. Permíteme adquirir conocimientos atroces y hábiles, me serán fundamentales.
La contemplo en otro ángulo y es muy bonita; inteligente, sus pecas resaltan en las mejillas junto al cabello rojizo que le da un contraste impecable con su tez. Maya es hermosa.
—Lo que debemos hacer es elegir el atuendo, las horas corren y nosotras no estamos en trámite.—resoplo mordiendo el bolígrafo.—Tal vez unos vestidos cortos acordes a la cintura, nada ostentoso, pero menos sencillo.
Entrec