Elizabeth.Finalmente termino con el desayuno compuesto por una preparación de tortitas de arroz con aguacate. Este hombre cocina de maravilla.Ingresa para retirar el plato, lo detengo antes de que proceda dar su siguiente paso.—Todo, absolutamente todo el desayuno está delicioso, muchas gracias, Ethan.—agradezco sonriéndole.—Para mi no es ninguna molestia lavar el plato, no obstante, ahora se me es tarde para llegar a la oficina.—él baja la cabeza pacífico viéndome nuevamente antes de retirarme.Se asume que hace tres minutos tenía que haber llegado, no, tendría que estar en mi puesto de trabajo laborando. El tráfico en este país es un poco tardío.—Agarraré otro camino. Los de vigilancia me han comunicado que hay periodistas en la iniciación. Usted irá por el estacionamiento así no ocurrirá ninguna intervención a su persona.—Toma el camino que consideres necesario. Sobre el ingreso... Procede por la parte principal.— Rafael se fija en mi a través del retrovisor preocupado a lo qu
Elizabeth.Le temí demasiado a su respuesta. La punzada en mi cabeza se intensificaba cada vez más a lo cual tuve que contemplar con claridad donde me encontraba, pues la vista hacia de las suyas al nublarmela. Intente levantarme, no obstante, al hacerlo fallo lo que provoca que cierre mis ojos escuchando a lo lejos un «Elizabeth.»No tengo en cuenta el tiempo que ha pasado solo me obligo a abrir los ojos despacio para visualizar el lugar que me encontraba. Las paredes son blancas, hay un doctor con bata que revisa una máquina supongo que son mis signos vitales y al lado de este se ubica Maxin.—Oh, ya ha despertado. Me alegra eso, señorita Sanders.—¿Qué sucedió?—Te desmayaste. Al parecer algo le ha alterado lo que causó una hipotensión. Para especificar este tema es disminución de sangre al cerebro que si llega a ser constante tenemos que proceder a hacer exámenes, si es solo hoy no hay nada de que preocuparse.«Estoy por hacerlo.» Tres palabras que no me permiten pasar el nudo que
Maxin.—Ha llegado la hora de bajar. No podemos hacer esperar a los invitados, como futuros esposos que somos hay que darles la adecuada bienvenida.—Rebecca se terminaba de perfumar, mientras que por otro lado yo me arreglaba la corbata.—Puedo ayudarte con ello.—Apártate.La fragancia en todo el ambiente me repugnaba, las náuseas me llegan con pequeñas arcadas que logro manipular manejando mi respiración inhalando y exhalando a la vez todo lo retenido en mis pulmones.No estaba al tanto de quienes son las personas que asistirían a la reunión de hoy, sin embargo, me queda claro que para mis padres era supremamente importante que yo hiciera presencia en aquel encuentro. Si este tema dependiera de mi, no me encontraría aquí arreglandome para personas que me valen una puta mierda. Mi madre fue la que me insistió, no pude excusarme, con ella no.—¡Max, ya están aquí!—el grito de Maya sobresalta en su lugar a Rebecca que se exaspera.Bajamos sin hacer esperar más a los susodichos. Provení
Elizabeth.Intuía que el agua estaba helada aunque al sentir el calor del cuerpo de Maxin me transmitía paz llevándose toda temperatura alta en su momento. Corría un riesgo inmenso el estar aquí con él en privado. No es una opción decepcionar a mis padres, jamás lo será.Maxin pretende dar iniciativa a un juego que yo ya daba por culminar.—¿Qué te hace pensar que estar así es correcto y más a media noche?—pregunto agitada cuando se aproxima a mí rozando nuestros labios. —Mi subconsciente es la que está suplantando mi cerebro ahora mismo, por lo cual se hace a cargo de cada una de mis acciones está noche. Así que todo lo que argumentes o expongas no lo responderé decentemente.Recorre mi oreja con la punta de su lengua llegando a mis labios que tengo en cuenta que se han vuelto una tentación para él. Sonrío dentro de mi percibiendo su desesperación cuando me besa sin rodeos. Un beso sabor a pecado y seducción. Somos la definición de "cordura" aunque nuestros cuerpos proclamen por el
Elizabeth.No tenía noción de las palabras que articulaba Maya. Seguramente se le había zafado un tornillo en el momento que fluyó la conversación.—¿Por qué crees que me desagrada Rebecca?—pregunto reparandola ante el anterior comentario.—Para mi no es complicado descifrar las actitudes y expresiones de las personas. Aquí entre nos, admite que esa mujer es frívola y nada simpática.Cada palabra que provenía de su boca era con completa seguridad.Niega suspirando.—El sentimiento es mutuo no hace falta que lo digas, pero, Elizabeth, puedes confiar en mí. Así como aprendí a comunicarme también me capacito para sepultar.—El compartimiento da mucho por aclarar.—asiente a mis palabras apoyándose en el estante pequeño.—Tienes que tener mucho cuidado.—incluye con mortificación.—Rebecca suele ser reservada y distante cuando lleva a cabo una estrategia enfocada en Maxin. Su estancia en esta casa es ser opresiva y pesimista llevándose con ella a mi hermano.—su voz da un cambio rotundo sona
Maxin.La alarma del reloj resonó en mi muñeca indicando la hora de abandonar la habitación.La noche anterior la postergué diez minutos para que no timbrara por completo, por ende, Rebecca dudaría el no encontrarme temprano en la cama. Era el momento de pasar a mi habitación, hostigado conmigo mismo en la situación que me encontraba.Mierda.Concibo mi alrededor encontrándome con la vista perfecta. Sin duda, no hay nada mejor que verlas dormir. Cerca de mí permanecían las mujeres la cual arriesgaría mi puta vida si llegara a hacer necesario. Maya tiene el cabello pegado a la frente con la boca entreabierta soltando leves ronquidos; Elizabeth duerme abrazada fuertemente a la almohada como si se fuese a ir a algún lado. Si contara con la oportunidad de pedir un deseo sería despertar con ellas, sin embargo, ya el reloj marcaba la hora de marcharme.Con sutileza me escabullo como un completo idiota. Se me ocurre la magnífica idea de fotografiarlas dos veces para guardar el teléfono y m
Maxin.Pasados cuatro días.El analizar frustra mi cerebro porque sé que es conveniente casarme con Rebecca, tenga las dificultades que tenga. Mientras que Elizabeth... Joder, ella simplemente logra cautivarme con su sola presencia, me está llevando al límite que no tenía previsto, aún no, aunque el tener que desearla cada día se me dificulta. He estado perdiendo la cabeza sin negar que estoy sumergido en mis pensamientos con nombre y apellido. Intento mantener la concentración, el equilibrio en la oficina de lo más seguro. Con solo verla necesito besarla, follarla duro encima de mi escritorio sin necesidad de malgastar palabras, que ruegue fijándose en lo que juntos hemos provocado.Me enfoco en evitarla, ella también procede a hacerlo, por ende, ninguno de los dos intenta acercarse. Nadie quiere salir perjudicado. Los dos tenemos en cuenta que si resultara otra persona que la mirara o tocara de la misma forma que lo hago yo me causa tensión desenfrenada.La he estado indagando, nec
Elizabeth.Dialogaba fluidamente con Maya que había estado estremecida una vez mi confirmación para ir a la fiesta situada en una discoteca cerca de la ciudad. Ella rogaba en silencio que llegara la noche, reluciría el vestido más extravagante.—Hoy mis expectativas en los hombres son extremadamente altas. Brindaremos por todo aquello que no debió suceder jamás, pero fue justo para aprender de una lección.—gira a un costado de mi guiñándome el ojo.—Al parecer con esa mirada me dices: Ya sé mucho, nací siendo experta. Permíteme adquirir conocimientos atroces y hábiles, me serán fundamentales.La contemplo en otro ángulo y es muy bonita; inteligente, sus pecas resaltan en las mejillas junto al cabello rojizo que le da un contraste impecable con su tez. Maya es hermosa.—Lo que debemos hacer es elegir el atuendo, las horas corren y nosotras no estamos en trámite.—resoplo mordiendo el bolígrafo.—Tal vez unos vestidos cortos acordes a la cintura, nada ostentoso, pero menos sencillo.Entrec