Maxin
—¿Qué se te ofrece, Rocío?
Detengo los papeles a medio camino esperando por su contestación que llega en un suspiro frustrado sin razón alguna. Si ella misma no se soporta...
—La señora Rebecca esta esperando en recepción—avisa—, no le he dado paso, ya que la señorita Eli...
—Dile que pase.
Bastante paciencia, demasiada diría yo para seguir viviendo en la misma mierda todos los días. Ella no necesita vacaciones, lo que debería hacer es largarse por años, que desaparezca de una maldita vez.
Replico insaciables veces, tomo el teléfono de la oficina con intenciones de llamar, pero oigo cuando tocan la puerta.
No sé que quiere.
«Canadá, Canadá».
La puerta vuelve a sonar más fuerte.
—¡Puedes pasar!—grito frustrado.
Hace acto de presencia, saca un pequeño empaque con comida china. El olor intenso abunda en mi espacio de trabajo con un toque de jugo de cereza que es más accesible para ingerir a lo primero siendo nada apetecible.
—Tu madre no pudo venir conmigo, entonces estoy aquí,—con