El Rostro del Mal

Al ver que ya casi era hora de irse, Monique apagó su computadora. Después ordenó los papeles dispersos sobre su escritorio. También sacó el cepillo de pelo del bolso y peinó su larga melena. Cuando terminó, se levantó de la silla giratoria, cogió su cartera y tomó el celular que estaba sobre la mesa. Antes de salir de la oficina se aseguró de que todos los enchufes estuvieran desconectados. Al comprobar que todo estaba apagado, apagó las luces y salió.

Monique notó que Marisa también se preparaba para marcharse. —¿Todo bien, Marisa? —le preguntó.

—Sí, señorita —contestó Marisa.

—Muy bien. ¿Nos vamos? —propuso Monique, tendiéndole el brazo. Salieron juntas de la clínica y ella ayudó a Marisa a cerrar con llave.

—¿No te va a recoger el señor Joshua, señorita? —preguntó Marisa al mirar a Monique una vez que terminaron de cerrar.

Monique negó con la cabeza. —No, tiene una reunión tarde —respondió.

—¿Entonces vas a tomar transporte público, señorita?

Asintió. —Sí —confirmó. La reunión de
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