Mundo de ficçãoIniciar sessãoMonique despertó a la mañana siguiente con la sensación de que alguien acariciaba suavemente su rostro. Aunque no abrió los ojos, sabía perfectamente quién era: su esposo. En lugar de hacerlo, decidió fingir que aún dormía.
Sonrió en silencio al sentir la cálida mirada de su marido sobre ella. Parecía haberse vuelto una costumbre suya: despertar antes que ella y quedarse observándola mientras dormía.
Eres igual que yo, babe, pensó. En efecto, cuando era ella quien despertaba primero, hacía lo mismo: se quedaba mirándolo. Le encantaba contemplarlo dormido, porque así podía admirarlo libremente.
Pro







