Desperté con la luz pálida de la mañana filtrándose por la ventana del hospital. Era mi tercer día allí, y aunque mi cuerpo se sentía débil, mi corazón estaba un poco más tranquilo. Ethan había pasado la noche entera conmigo, dormido en aquella silla incómoda, sosteniéndome la mano como si temiera que desapareciera. por más que le insistia no queria dejarme sola.
Pero había algo pendiente. Algo que ardía, punzante, en mi pecho.
Claire.
La puerta se abrió despacio, y ahí estaba ella. Sostenía una bolsita con jugo y frutas, pero su mirada no era de enojo… sino de un cansancio triste.
—¿Puedo pasar? —preguntó.
Asentí sin poder sostenerle la mirada. Cuando llegó a mi lado, se quedó de pie, esperando… y sentí el peso de todo lo que había provocado.
—Claire… —mi voz se quebró—. Lo siento. Lo siento por todo. Por ocultarte, por enojarme, por hacerte cargar algo que no merecías.
Ella me observó un momento… y luego dejó la bolsa en la mesita, rodeó la cama y me abrazó. Un abrazo cálido, profund